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Docentes en las urnas

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Por primera vez en mucho tiempo los sindicatos docentes sufrieron un revés. O, para ser exactos, dos reveses complementarios. Todo esto como resultado de las elecciones recién realizadas para elegir a los representantes docentes que se incorporarán al Codicen y a los consejos de Primaria, Secundaria y UTU.

Por primera vez en mucho tiempo los sindicatos docentes sufrieron un revés. O, para ser exactos, dos reveses complementarios. Todo esto como resultado de las elecciones recién realizadas para elegir a los representantes docentes que se incorporarán al Codicen y a los consejos de Primaria, Secundaria y UTU.

El primer revés consistió en la enorme cantidad de votos en blanco o anulados. Según el escrutinio primario, de los 33.384 votos emitidos para elegir a los representantes en el CODICEN, 13.800 fueron en blanco y 2.853 anulados. Esto representa casi exactamente la mitad. Las listas apoyadas por los gremios alcanzaron en total 11.498 votos, es decir, unos 5.000 menos que la suma de votos en blanco y anulados.

Algo similar ocurrió en la elección de consejeros para Primaria, Secundaria y UTU. Quienes cumplieron con la obligación de votar pero no apoyaron a ningún candidato fueron respectivamente el 40%, el 47% y el 34% del total de votantes. El segundo revés consistió en la buena votación de una lista ajena a los gremios, que alcanzó la cantidad de sufragios necesaria para quedarse con uno de los dos cargos docentes en el Codicen. La lista 4, encabezada por el profesor Robert Silva, tuvo 5.233 sufragios. Eso es más de la mitad de los votos que obtuvo la lista gremial mayoritaria y mucho más que los que obtuvo la lista gremial minoritaria. En esas condiciones, el segundo cargo fue para la lista no gremial.

Estos resultados constituyen una derrota para los sindicatos porque ponen en duda su representatividad. En las elecciones para el CODICEN, apenas un tercio de los docentes que acudieron a las urnas dieron su apoyo a los gremios. Lo mismo ocurrió en Secundaria. En Primaria, los sindicatos tuvieron el apoyo del 46% de los maestros. La próxima vez que los sindicatos hablen en nombre de los docentes, habrá razones fundadas para poner en duda esa pretensión.

Los sindicatos también sufrieron una derrota en términos de poder. Hasta ahora, los dos consejeros docentes del CODICEN estaban bajo su control. Eso les daba poder de veto en muchas decisiones importantes. A partir de ahora sólo controlarán a uno de los dos consejeros docentes. La diferencia es mucho más cualitativa que cuantitativa.

También es una derrota para quienes presentaron listas alternativas dentro de los sindicatos. La baja cantidad de votos que obtuvieron indica que sólo una pequeña parte de los docentes aprueba esa estrategia. Y la verdad es que tienen razones para hacerlo. Alguien que es electo en una lista gremial acepta quedar mandatado. Su desempeño en los órganos de conducción de la enseñanza no estará presidido por sus opiniones personales sino por los votos en asambleas, frecuentemente minúsculas, en las que los militantes fijarán su posición. Se trata de un triunfo para muchos docentes que, cansados de manejos que frecuentemente no comparten, dieron una manifestación de independencia e hicieron saber que las malas prácticas gremiales generan costos.

A la vez, fueron un triunfo para aquellos que, liderados por el profesor Robert Silva, decidieron desafiar un poder que demostró ser más frágil de lo que muchos pensaban. Y finalmente le dieron un respiro al gobierno, que desde ahora podrá moverse en ese difícil campo que es la enseñanza sin tener que temer resistencias tan monolíticas.

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Pablo Da Silveira

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