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El 4º aniversario de la muerte de Hugo Chávez conmovió al Frente Amplio. José Mujica exaltó su “grandeza” y lo ubicó entre “los hombres realmente colosales”. El FA envió a Caracas a su vicepresidenta y a un diputado a participar en los homenajes al muerto. Y el Partido Socialista abandonó la Internacional Socialista porque esa organización denunció la violación de los derechos humanos en Venezuela y exigió la libertad para más de cien presos políticos.

El 4º aniversario de la muerte de Hugo Chávez conmovió al Frente Amplio. José Mujica exaltó su “grandeza” y lo ubicó entre “los hombres realmente colosales”. El FA envió a Caracas a su vicepresidenta y a un diputado a participar en los homenajes al muerto. Y el Partido Socialista abandonó la Internacional Socialista porque esa organización denunció la violación de los derechos humanos en Venezuela y exigió la libertad para más de cien presos políticos.

Tal despliegue es a favor de un chavismo autoritario y corrupto que hundió a ese país en la miseria con una inflación anual cercana al 800%, tasas de delincuencia nunca vistas y represión para los opositores. Con un Poder Legislativo cuyos derechos se desconocen y un Poder Judicial debilitado, Nicolás Maduro -como Chávez en su tiempo aunque con menos gracia- hace lo que quiere. Tanto es así que no presentó a los legisladores el presupuesto de 2017 sino que lo remitió al Tribunal Supremo de Justicia que nada tiene que ver con el tema. Así de fácil.

Quien diga como Tabaré Vázquez que eso es una democracia está faltando a la verdad. Y no cabe explicar -como hizo el presidente uruguayo en Alemania- que la venezolana “quizás no sea la democracia a la que estamos acostumbrados, por ejemplo, en mi país”.

Eso no es democracia en ninguna parte. Le guste o no a los defensores uruguayos del chavismo, hace rato que Venezuela dejó de ser un Estado de Derecho, por lo que resulta inconcebible que el gobierno y el FA sigan apoyándolo.

A los que aquí predican el respeto a los derechos humanos debería caérseles las caras de vergüenza por su solidaridad con autócratas que martirizan a un país hermano. Lo menos que se les podría pedir es que respetaran la postura de organizaciones que siempre invocaron a favor de sus causas como Amnistía Internacional, que en su informe de diciembre pasado censuró a Maduro por “los opositores presos, las detenciones arbitrarias y la impunidad”, así como “la escasez creciente de alimentos y medicinas” que padece el pueblo venezolano.

El caso de los socialistas -partido en donde se formó Vázquez y al que pertenece el intendente capitalino Daniel Martínez- merece analizarse. Miembro por derecho propio de la Internacional Socialista, este partido uruguayo que se dice democrático resuelve dejarla porque no comparte la idea de que en Venezuela haya presos políticos. “Son políticos presos”, declara el diputado Gonzalo Civila con el tono zumbón de alguien que cree que acaba de crear un retruécano ocurrente. Aunque Civila es joven, sus ideas son las de un viejo tozudo que aún no comprendió qué pasa cuando el socialismo degenera en dictadura. Quizás le convenga repasar las páginas negras de la historia del siglo XX.

En el Frente Amplio no todos piensan como Tabaré Vázquez o Civila. Hay quienes creen que lo de Maduro es inaceptable adhiriendo así a la opinión dominante en casi toda América Latina. Casi toda, porque el chavismo que asfixia a Venezuela todavía tiene quien lo elogie a nivel internacional. A la reunión en Caracas del ALBA, el bloque regional creado por Chávez, sólo fueron Raúl Castro, Daniel Ortega y Evo Morales. En esa compañía están los pro chavistas.

Dime con quién andas y te diré quién eres.

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Antonio Mercader

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