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Los dilemas del campo

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La desaceleración económica, la inquietud por el Presupuesto, los Consejos de Salarios y el clima sindical, crean incertidumbres que se suman a las noticias del exterior. No es fácil construir estrategias en un escenario tan complicado.

La desaceleración económica, la inquietud por el Presupuesto, los Consejos de Salarios y el clima sindical, crean incertidumbres que se suman a las noticias del exterior. No es fácil construir estrategias en un escenario tan complicado.

Es destacable que el gobierno vuelva a poner el énfasis en la importancia del comercio y de la competitividad. No existe crecimiento sostenible sin una mejora permanente de la competitividad y del acceso a mercados. Cuando los vientos de cola inflaban la balanza de pagos, optamos por el gasto improductivo pero de alto rédito político. El gobierno depreciaba el dólar tanto como fuera necesario para evitar la inflación de 10%. Las exportaciones seguían creciendo más por los precios y menos por las cantidades. En cada discurso, jurábamos a favor de Brasil y del Mercosur. Desechábamos cualquier otro pacto y pagábamos fortunas por aranceles. El ciclo está terminando precisamente cuando el debilitamiento de la balanza de pagos y de la holgura fiscal hacen más difícil construir competitividad y acceso a mercados. Tantas veces se han repetido estas circunstancias que sorprende que no hayamos aprendido mejores lecciones.

La dinamización de la demanda de alimentos de los países emergentes, abrió una inesperada oportunidad para el país. La crisis de 2002 encontró al país con una capacidad ociosa importante en términos de factores productivos desocupados: trabajadores, empresarios, tecnologías, tierras, infraestructura, maquinaria… La misma se vio reforzada por empresarios extranjeros que aportaron conocimientos, experiencias y financiamiento. Fue posible desarrollar emprendimientos productivos con bajos costos de inversión y disponer de una respuesta muy elástica para producir granos, carne, madera, lácteos.

Sin embargo, el propio éxito del negocio, determinó que progresivamente se encarecieran los factores que ya no estaban desocupados. Subieron de precio las rentas, los salarios, se saturó la demanda por máquinas, camiones, silos, puertos, carreteras, tarifas. El efecto se disimuló por el continuo ascenso de los precios de los productos. Se produjo una inflación de costos a lo largo de la cadena de abastecimientos a la producción. En 2014 los precios de los productos comenzaron a retroceder con la excepción de la carne y los productos forestales. Los costos no han descendido al ritmo de los ingresos reduciéndose así la rentabilidad.

La producción de granos va a caer, pero el mayor impacto se sentirá el año próximo. La principal actividad productiva de estos años -los granos de secano- que se cultivan en unos 2 millones de has, se reducirían en 300 mil has. Como en cualquier negocio, los empresarios son rehenes de su oficio. Tienen las tierras, las máquinas, los trabajadores de confianza, el conocimiento y la experiencia. Probablemente encaren las siembras a pesar de las pérdidas, las cuales serán componentes que no implican desembolsos como renta, depreciación, administración… La producción lechera estará sujeta a las mismas reglas. No pueden desprenderse de las vacas, ni cerrar el tambo, y deben sembrar los forrajes. Intentan aguantar hasta la vuelta del ciclo usando reservas y créditos. Todo esto se suma a un mal año climático y a la incertidumbre acerca del futuro.

La ganadería ofrece mejores perspectivas, pero crecerá a costa de los granos o la leche y produce menos valor por hectárea. El ganado produce un valor del orden de US$ 200/ha. Por su parte, una ha de granos o de lechería fácilmente cuadruplica esa cifra y se destina a pagar salarios, rentas, impuestos, beneficios, insumos, equipos, servicios. Son cadenas que involucran infinidad de trabajadores que verán reducido su empleo y sus ingresos. Puede ser un año para intentar una intensificación inteligente. A veces se las llama tecnologías de costo cero cuando en realidad son las tecnologías con el costo más alto porque dependen nada más ni nada menos que del trabajo de un empresario que utiliza su conocimiento, la experiencia, la capacidad de gestión, el liderazgo y la audacia para asumir riesgos.

La gran interrogante tiene que ver con el alcance del proceso que vivimos. La soja que valía US$ 600 bajó a la mitad y la leche bajó aún mas. Si no bajan los costos, con esos ingresos se puede atravesar un puente, pero no se puede programar el futuro. Hay algunas claves.

1) El precio estuvo alto, pero el dólar barato. Ahora el dólar está caro.

2) La oferta mundial parece superar la demanda de granos después de varios años. Por lo mismo, es posible que los precios reales se moderen bastante aunque no desaparecerá la volatilidad.

3) ¿Darán resultado los emprendimientos chinos en África y Asia Central? Es una fuente potencial de oferta que puede amenazar la producción de Sudamérica.

4) Como dice la teoría, en un mercado razonablemente libre, el precio debería converger en el costo de producción del productor menos eficiente pero necesario para satisfacer la demanda. En estas condiciones, los productores del Mercosur tendrían que estar confiados que en el ranking de abastecedores no serán los menos eficientes.

5) En el pasado el país exportaba pocos productos, en pocas cantidades a pocos mercados, a precios muy bajos. Fue en los peores años del siglo XX. En la actualidad exporta grandes volúmenes, a muchos mercados y a precios elevados, aun considerando la caída de este año. La demanda es mayor y más estable al incorporarse al consumo la mitad de la población mundial asiática.

6) Para que el país continúe creciendo, innovando, empleando y exportando se hace necesario un esfuerzo para establecer reglas que aseguren la competitividad. El tipo de cambio se ajusta menos que en nuestros competidores y clientes y mientras baja el petróleo, sube el gasoil. Las principales decisiones relacionadas con la competitividad las define el Ministerio de Economía.

7) El agro no empleará nunca una PEA de 1.7 millones. Es necesario crear no menos de medio millón de empleos de calidad de localización urbana. Para esto, -entre otras cosas- la receta es la misma. Competitividad y comercio.

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Joaquín Secco García

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