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Desafíos del liberalismo actual

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Por estos días se han publicado muchos artículos homenajeando la figura de Ramón Díaz, en un acto de estricta justicia con el mayor intelectual de nuestro país del último medio siglo.

Por estos días se han publicado muchos artículos homenajeando la figura de Ramón Díaz, en un acto de estricta justicia con el mayor intelectual de nuestro país del último medio siglo.

Repasando algunos de sus libros y artículos por estos días me reencontré con algunos aspectos de su pensamiento que creo que vienen muy a cuento de la situación que vive el mundo y que van mucho más allá del liberalismo económico.

El libre mercado es un componente indispensable del liberalismo, pero hay otros aspectos básicos, anteriores, respecto a la concepción de ser humano y de sociedad, de los que luego se desprende, naturalmente, que la libertad económica es condición necesaria de la Libertad.

En particular, un sólido Estado de Derecho que garantice a las personas la protección de sus derechos, con reglas generales de aplicación universal es un aspecto básico, muchas veces incumplido en las sociedades actuales, al galope de las arbitrariedades del Estado, de legislación emanada de parlamentos que se vuelve en contra de los derechos de los ciudadanos que debería proteger y de la regulación excesiva y abusiva sobre los asuntos privados.

Otro aspecto relevante en este sentido es la libertad de movimiento de las personas, la libertad de migrar y de vivir donde se prefiera, lo que en muchos casos hoy también está en entredicho. También lo está la libertad de comercio y el propio proceso de globalización que tanto bien ha traído a la humanidad, en especial en los países más pobres.

Este 2017 va a ser un año clave, que va a requerir que quienes aprecian la libertad estén particularmente activos. La batalla de los liberales no puede remitirse a la queja por el costo del Estado. A pocos días de que asuma Donald Trump la presidencia de Estados Unidos, en un año con elecciones impredecibles en Francia y Alemania, un gobierno británico que no da pie en bola (La revista The Economist en su última edición llamó a la primera ministra “Theresa Maybe”) y una América Latina en que la “ola progresista” se va pero aún no sabemos por qué será remplazada, habrá valores fundamentales en juego mucho más relevantes que si el peso del Estado es un punto más o menos del producto.

Buscando algún elemento positivo, el panorama actual ayuda a clarificar cuál es el credo de los liberales, que dista tanto de la derecha demagógica y populista de Trump cuanto del socialismo del siglo XXI latinoamericano. Viendo el vaso medio vacío, cuesta concebir que luego de que la humanidad haya sufrido tanto con sistemas liberticidas, vuelva a transitar estos tortuosos caminos.

De allí la relevancia de la reivindicación del liberalismo integral de Ramón Díaz, el que parte de que el ser humano tiene derechos inalienables, de que la sociedad avanza a través de la cooperación libre y voluntaria entre las personas y de que la comunidad internacional debe ser abierta y respetuosa del derecho de los pueblos.

Quizás el sentimiento de rebeldía que necesariamente deberá acompañar nuestro tiempo, si efectivamente se desliza por el tobogán que se insinúa en el horizonte, sea el mismo que proclamó hace ya mucho pero en forma inmortal Alexis de Tocqueville “Habría amado la libertad, creo yo, en cualquier época, pero en los tiempos en que vivimos me siento inclinado a adorarla”.

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Hernán Bonilla

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