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Democracia y respeto

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La política da la posibilidad a los ciudadanos que la desempeñan de ser ejemplos para el resto, por el simple hecho de su gran exposición pública. La animosidad que se vive a diario a nivel político deja traslucir una subyacente inseguridad de aquel que agrede. Aquel individuo que se ha fijado metas posibles, que ha sopesado sus aptitudes y sus limitaciones para lograrlas, con verdadera objetividad, está dispuesto a luchar por obtenerlas, sin necesidad de pretender hundir a sus competidores, muy por el contrario asume el reto de competir y su satisfacción será vencer al contrario, con estricto cumplimiento de las normas éticas que él mismo pregona.

La política da la posibilidad a los ciudadanos que la desempeñan de ser ejemplos para el resto, por el simple hecho de su gran exposición pública. La animosidad que se vive a diario a nivel político deja traslucir una subyacente inseguridad de aquel que agrede. Aquel individuo que se ha fijado metas posibles, que ha sopesado sus aptitudes y sus limitaciones para lograrlas, con verdadera objetividad, está dispuesto a luchar por obtenerlas, sin necesidad de pretender hundir a sus competidores, muy por el contrario asume el reto de competir y su satisfacción será vencer al contrario, con estricto cumplimiento de las normas éticas que él mismo pregona.

El solo hecho de competir con lealtad, de lo que tanto se habla en términos deportivos, debiera ser fuente de satisfacción, más allá de ganar o perder la contienda. De hecho perder la competencia no inhibe a los candidatos aspirantes a los cargos de ofrecer su esfuerzo en aras del interés común. La búsqueda de coincidencias entre los distintos partidos enaltece la labor de los candidatos, contribuye al entendimiento y coadyuva en obtener logros. Claro que un gobernante no encontrará siempre opiniones similares a la hora de gobernar y tendrá que acordar con aquellos cuyas opiniones sean más cercanas y el acercamiento será más o menos fácil según las heridas de la campaña.

El camino de unión o la brecha que dejen entre sí los candidatos será de su responsabilidad. Sería bueno tener presente que con el voto no se intenta favorecer una persona para que obtenga un beneficio propio de enaltecimiento de su propio ego y mucho menos uno económico. El voto es nada más ni nada menos que una expresión de confianza a quien, ante el agravio responde con tranquilidad, ante la mentira antepone argumentos e información y con ello demuestra la templanza necesaria para conducir las vidas de sus conciudadanos.

La ciudadanía reclama paz, cómo puede lograrse si quienes aspiran a conducir el país solo dividen, generan odio entre adversarios políticos, entre clases enfrentando empresarios y trabajadores o agreden grupos étnico - religiosos, tradicionalmente amigos de nuestro país.

La campaña electoral no debiera tornarse en una competencia de egos, ironías, insultos y mentiras sino de propuestas, no solo proclamando objetivos demagógicos que obtendrán el voto de algunos incautos, sino de propuestas concretas, que nos den la tranquilidad que el costo país será tal que nuestros productos sean competitivos y hacer que este país sea atractivo para la inversión y amplíe las oportunidades de trabajo. Un país seguro en el cual podamos vivir en paz, con una educación gratuita y salud física, odontológica y mental para todos los habitantes, que los niños, ancianos y discapacitados accedan a lugares de cuidado dignos y en el cual la vivienda no sea un pretendido lujo, sino un bien alcanzable con esfuerzo.

Esto no es de izquierdas ni derechas, unos creerán que será mejor que el Estado administre y reparta la riqueza, otros que el interés individual de crecimiento mediante el propio esfuerzo es un motor poderoso de desarrollo y que el Estado debiera ejercer su poder controlador y no administrador. Será el ciudadano que, ejerciendo su derecho y asumiendo su responsabilidad elegirá la conducción del país para el próximo quinquenio hacia el camino del éxito colectivo y del respeto o hacia la confrontación.

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Casilda Echevarría

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