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Sin crecimiento no hay igualdad

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Los historiadores tendrán mucho material para describir las frustraciones económicas que nos han hecho fracasar las esperanzas de alcanzar un crecimiento sostenido. Las oportunidades han sido muy significativas pero las fases de crecimiento se han frustrado al menos una vez por década, de manera que la tendencia se ha caracterizado por un crecimiento que apenas supera el aumento también exiguo de la población.

Los historiadores tendrán mucho material para describir las frustraciones económicas que nos han hecho fracasar las esperanzas de alcanzar un crecimiento sostenido. Las oportunidades han sido muy significativas pero las fases de crecimiento se han frustrado al menos una vez por década, de manera que la tendencia se ha caracterizado por un crecimiento que apenas supera el aumento también exiguo de la población.

Las oportunidades han venido a lo largo de la historia por cambios positivos en el contexto externo. Sin embargo, la dirección del gasto optó por canalizar la riqueza hacia el consumo de baja productividad, quitando incentivos a la inversión productiva y al crecimiento. Una economía que crece poco y que lo hace espasmódicamente tiene dificultades para crear empleos de calidad, lo cual deriva en pobres incentivos para la formación de capacidades. Los gobernantes crearon universidades y escuelas técnicas pero los jóvenes preferían estudiar menos y confiar en el empleo público. Hasta hace pocos años mostrábamos orgullo por el éxito de la formación técnica y universitaria. Nos bastaron unos pocos años de reactivación productiva, de inversiones e innovaciones para darnos cuenta de la magnitud de nuestro atraso académico. Desde entonces, tenemos total coincidencia acerca de la importancia de la educación pero no damos en la tecla con el método. Copiamos modelos pero lo que en otra parte sale bien, aquí no marcha. Hoy, las dificultades para conseguir la mano de obra con capacidades, experiencia y disciplina, es una de los principales deficiencias con que se enfrentan los negocios. Se trata del vaso medio vacío porque sin duda, que un siglo largo de escuela pública de calidad mundial, todavía está dejando huellas aunque por poco tiempo más. La principal conclusión es que repitiendo tozudamente el modelo populista de mucho gasto público de pobres resultados, mucho asistencialismo, políticas públicas a favor de quien las implementa y en contra de quien debería beneficiarse, han ido formando una manera de hacer las cosas que hoy es difícil cambiar. Haciendo siempre lo mismo, no vamos a mejorar el crecimiento. Es difícil variar si las políticas productivas no se ponen a favor de la competitividad. Si se obstaculiza la competitividad para apoyar lo que no favorece la inversión, el crecimiento y los incentivos para mejorar las capacidades, será difícil crecer y si no se crece, difícilmente mejore el reparto y la distribución. Como dicen los ministros, el empleo de calidad es la mejor política social.

Hoy que entramos en una nueva fase de sombras y debilidad del crecimiento, vemos nuevamente la inclinación hacia las políticas que están contra la competitividad, contra la inversión, contra el empleo de calidad y nuevamente rondan amenazas de crecimiento del desempleo, de cierre de empresas, de déficit fiscal, de aumento del endeudamiento y de medidas de emergencia. Ancap seguirá produciendo cemento, se elige favorecer las megaempresas que tienen el mejor momento para negociar condiciones que nadie más tiene, mientras se agudiza la creatividad para legislar sobre nuevos impuestos o subir los salarios por encima de la productividad. Los enunciados de las políticas van en la buena dirección pero al final gana el enemigo, que en este caso está contra el PE.

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Joaquín Secco García

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