Publicidad

Corrupção pra Frente

Compartir esta noticia

El partido “travalhista” de Brasil es una expresión vecina del socialismo-fascismo-populismo que ha plagado y hundido a Latinoamérica.

El partido “travalhista” de Brasil es una expresión vecina del socialismo-fascismo-populismo que ha plagado y hundido a Latinoamérica.

Desde la trinchera de las democracias occidentales, de acento liberal en sus instituciones políticas -Estado de derecho, separación de poderes, partidos políticos libres, justicia independiente; económicas -respeto de los contratos y derecho de propiedad, libertad de empresa; y sociales -elevación permanente gracias al crecimiento económico del nivel de vida cultural y material del conjunto de la población del propio país- no hay duda en cuanto a advertir que fascismo, nazismo, comunismo, socialismos populistas latinoamericanos y engendros similares son simplemente más de lo mismo.

Un intelectual respetable, Juan Claudio Lechín, en su libro Las máscaras del fascismo, asociando despropósitos totalitarios a socialistas del siglo XXI, herederos de Fidel Castro y Hugo Chávez, ha elaborado el “índice facho”, de cuyos doce elementos escogeremos algunos. El caudillo fascista es mesiánico, carismático y de origen plebeyo; su brazo son grupos de choque militares o paramilitares; su lengua, la de la propaganda política; su fe, la fantasía redentora; su oído, los servicios de inteligencia y soplones; busca la refundación de la patria y la reforma constitucional; destruye las instituciones liberales y hace que se identifiquen su persona, el Estado y la patria (El engaño populista, Kaiser y Álvarez, ed. Ariel, septiembre 2016).

La familia Castro, Daniel Ortega, Maduro, Correa, Morales… revistan entre quienes directamente se han hecho del poder total para tiranizar a sus pueblos; otros como la familia Kirchner, o Dilma y Lula, son hijos de un mismo ensueño al que les ha puesto fin la reserva activa de las estructuras democráticas a las que no pudieron abatir. En Argentina destaca la prensa con una espada imbatible como la de Jorge Lanata; en Brasil la justicia independiente a partir de la acción del juez Sergio Moro de Curitiba, estado de Paraná, y ha dado con los huesos a la cárcel de políticos poderosos -fundamentalmente “travalhistas”- y empresarios dueños de riquezas de dimensión mundial.

Entendamos que todos los mencionados y sus pares son cabezas de proyectos políticos fracasados, ineficientes, generadores de una cleptocracia asentada en pueblos promedialmente miserables en el plano social, que ha alcanzado dimensiones monumentales.

Los problemas de Lula y Dilma están emparentados. Lo más grande es que Lula se arregló con los empresarios más poderosos de la construcción en Brasil para asignarles las obras públicas del gigante Petrobras, primera empresa brasileña, a la que prácticamente quebraron, prebenda a cambio de la cual los “travalhistas”, merced a sobreprecios, se llevaban una jugosa “mordida”. Esto es sabido por el pueblo norteño, que ha manifestado su repudio en las calles y la caída de la popularidad de los citados políticos.

Así como en Venezuela las dos terceras partes de la población que votó contra el chavismo es la “oligarquía”, en Brasil, a los dirigentes sometidos a investigación penal y repudiados por la gente, los hizo caer la “derecha”.

En nuestro país, donde hay un amplio espectro “facho” -comunistas, Pit-Cnt, tupamaros y socialistas- que es mayoría en el conglomerado gobernante, acabamos de recibir a la defenestrada Dilma, bajo palio.

Le dimos las llaves de Montevideo. La corrupción les une.

SEGUIR
Ricardo Reilly Salaverri

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad