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Ante el tránsito de Semana Santa

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Estamos en plena Semana Santa. Lapso que tradicionalmente mueve a los uruguayos hacia el turismo y que lamentablemente no configura solo alegrías sino que suele incentivar los accidentes de tránsito aun a pesar de los esfuerzos de organismos como la Policía Caminera para mitigar la ferocidad de la circulación carretera.

Estamos en plena Semana Santa. Lapso que tradicionalmente mueve a los uruguayos hacia el turismo y que lamentablemente no configura solo alegrías sino que suele incentivar los accidentes de tránsito aun a pesar de los esfuerzos de organismos como la Policía Caminera para mitigar la ferocidad de la circulación carretera.

Claro que Policía Caminera por sí sola no puede solucionar el problema. No cuenta con todos los móviles y funcionarios que necesita. Pero vale el celo aplicado en procura de hacer menos voraz una circulación que cada año devora cientos de vidas y deja también numerosos heridos e inválidos, especialmente en el rubro birrodados ya que este, al menos en Montevideo, genera los responsables de casi la mitad de los accidentes y también casi la mitad de los muertos en dichos accidentes.

La realidad uruguaya es una página dentro del catálogo trágico de lo que no puede menos que calificarse como epidemia global ya que la misma, cada año, elimina más de un millón de personas en las vías de tránsito del mundo. Tan mundial es este drama, que la FIA (Federación Internacional del Automóvil), entidad que integran los automóvil clubes de más de cien países incluyendo Uruguay, tiene en plena marcha su campaña “Acción para la seguridad”, apoyando así la decisión de la ONU de activar la meta de salvar cinco millones de vidas antes del año 2020. Del compromiso mencionado, de salvar vidas, emergió el decálogo de buenas prácticas de manejo de la FIA que en nuestro país ha sido difundido ampliamente por el Automóvil Club y cuya aplicación incluye temas claves como la necesidad de estar concentrados en el manejo cuando se circula y no llamar por teléfono o mandar mensajes, parar el vehículo cuando se siente cansancio (ya que es mejor llegar tarde que nunca) y finalmente, aunque no por ello menos importante, ser cortés respecto de los demás usuarios de la vía pública.

Todo importa en el esfuerzo. Debe contar con el apoyo de todos. Por ejemplo, como ha enfatizado Caminera: a) recordar que los menores de 12 años deben viajar en el asiento trasero y usar el sistema de retención infantil; b) no se puede circular con niños de cualquier edad en motos si ellos no alcanzan los posapiés; c) se comete infracción si se transportan personas en las cajas o acoplados de camiones y camionetas; d) los ciclistas deben usar casco protector al igual que los motociclistas y deben contar con frenos delantero y trasero, espejos retrovisores, timbre o bocina y sistema lumínico; e) lo autos nuevos deben tener sistema de frenos antibloqueo, apoyacabezas en todos sus asientos, air bags y cinturones de seguridad, así como maletín de primeros auxilios.

La educación vial no es todavía lo que debería ser. Recordemos que en países como Estados Unidos, el joven que culmina el ciclo secundario lo hace cuando termina también la educación vial y en ese acto recibe la licencia para conducir. El conductor, el vehículo y la infraestructura son tres pilares principales. Cada uno en su correspondiente dimensión, incluyendo aspectos de infraestructura que a menudo son pasados por alto por aquellos a quienes ellos les corresponden. Por ejemplo, no basta colocar un cartel que diga “curva peligrosa”. Hay que eliminar la curva peligrosa.

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Álvaro Casal

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