Cumple años el 6 de enero un personaje imaginario tan real como pocos, y al que nuestro mañanero lector bien conoce. Me refiero a Sherlock Holmes, al que evocamos hoy, junto a su propio creador, Sir Arthur Conan Doyle, quien era cinco años menor que el personaje que inventó. Los personajes literarios también tienen su biografía y a Sherlock Holmes le imaginó una vida centenaria, en la que realizó diversas tareas, además de la de ser el detective más célebre de la historia. Hoy sigue vivo. Decía Chesterton (a quien tanto admiraba Borges) que no hay quien, culto o inculto, no conozca a Sherlock Holmes, quien logró "que su nombre sea algo tan descriptivo".

Cumple años el 6 de enero un personaje imaginario tan real como pocos, y al que nuestro mañanero lector bien conoce. Me refiero a Sherlock Holmes, al que evocamos hoy, junto a su propio creador, Sir Arthur Conan Doyle, quien era cinco años menor que el personaje que inventó. Los personajes literarios también tienen su biografía y a Sherlock Holmes le imaginó una vida centenaria, en la que realizó diversas tareas, además de la de ser el detective más célebre de la historia. Hoy sigue vivo. Decía Chesterton (a quien tanto admiraba Borges) que no hay quien, culto o inculto, no conozca a Sherlock Holmes, quien logró "que su nombre sea algo tan descriptivo".

Holmes (el personaje) nació hace 160 años, en 1854. Era un hombre alto, delgado, de nariz afilada, algo excéntrico y antisocial. Le gustaba tocar el violín, fumaba en pipa, usaba larga capa. Dicen sus biógrafos que fue modelado por el autor tomando algunos rasgos del Dr. Joseph Bell (de la "Royal Infirmary", de Edimburgo), a los cuales sumó las manías del propio autor.

El autor de Holmes, Conan Doyle, era médico; combatió en África del Sur, escribió varios libros de historia (que eran sus preferidos), aunque no fue por ellos que pasó a la posteridad. Lo hizo describiendo las andanzas del venerable Sherlock Holmes, un personaje que logra salir del libro y vivir con el lector.

Todas las aventuras de Sherlock Holmes están contadas por quien fuera no solo su entrañable amigo, sino también el fiel escudero: el Dr. John Watson. La primera de esas aventuras ocurrió cuando Sherlock Holmes solucionó el enigma (vivía ya en la célebre dirección del 221B de Londres) que se cuenta en el libro "Estudio en escarlata", el 31 de octubre de 1886. Como todas sus andanzas son narradas por esta visión personal, Watson muestra su asombro y se permite elogiar las deducciones del héroe, al que admira sin límites. Recordemos de paso, pues hay mucha literatura sobre la literatura, que la célebre frase que todos los lectores conocen, "elemental, Watson", no es de Conan Doyle ni aparece en ninguno de sus libros. Nació en una de películas de Holmes.

En sesenta y seis cuentos y cuatro novelas, Sherlock Holmes se convirtió en el parámetro de la literatura policial, gracias a la singular seducción que tiene esta criatura. Con sus arabescos mentales y preciosismos deductivos, libró eternas partidas de ajedrez entre el bien y el mal. Su eficacia derivaba de sus dotes insólitas: Holmes era capaz de identificar 75 perfumes diferentes, descubrir parentescos por la grafología y determinar la estatura de un hombre por su huella. Es legendario su don de observación.

Sir Conan Doyle le imaginó, además de su tarea de detective, una extensa vida a Holmes. Cuando abandonó los quehaceres que le dieron fama, tuvo otros destinos. Se fue de Londres, para dedicarse a la apicultura, que mucho le interesaba, y escribió un libro de largo título: "Manual Práctico de Apicultura, con algunas observaciones sobre la Segregación de la Abeja Reina".

Sherlock Holmes (el personaje), murió en 1947, a la avanzada edad de 103 años. Se cumplen 67 años de su adiós. Borges, que mucho lo admiraba, le dedicó un poema no menos célebre, donde dice: "Atiza en el hogar las encendidas ramas/ o da muerte en los páramos a un perro del infierno. / Ese alto caballero no sabe que es eterno...".