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Historias para el verano

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Cada libro es un puente colgante que nos lleva a soñar con los ojos abiertos. En estos días de vacaciones dedicamos esta columna a sugerir, tanto a quienes las están disfrutando como a quienes les gusta leer en su sillón preferido, dos títulos ineludibles.

Comenzamos con un escritor muy notorio, como es Richard Ford (Mississippi, 1944), ganador de los premios Pulitzer y PEN/Faulkner. Pues bien, acaba de publicarse su larga y espléndida novela titulada "Canadá" (Anagrama/Gussi). Es una obra caudalosa, con un comienzo irresistible: el relato de un chico de 15 años del atraco y los asesinatos que cometieron sus padres.

Su mundo y el de su hermana gemela se derrumban en ese momento. Acto seguido, Richard Ford se mete bajo la piel de aquel jovencito, para investigar qué paso en su vida. Revela, así, la adolescencia, con todas sus dudas, expectativas y sueños, ante la pérdida total de orientación. Obligado, cruza la frontera para rehacer su vida entre canadienses; en su nuevo

Cada libro es un puente colgante que nos lleva a soñar con los ojos abiertos. En estos días de vacaciones dedicamos esta columna a sugerir, tanto a quienes las están disfrutando como a quienes les gusta leer en su sillón preferido, dos títulos ineludibles.

Comenzamos con un escritor muy notorio, como es Richard Ford (Mississippi, 1944), ganador de los premios Pulitzer y PEN/Faulkner. Pues bien, acaba de publicarse su larga y espléndida novela titulada "Canadá" (Anagrama/Gussi). Es una obra caudalosa, con un comienzo irresistible: el relato de un chico de 15 años del atraco y los asesinatos que cometieron sus padres.

Su mundo y el de su hermana gemela se derrumban en ese momento. Acto seguido, Richard Ford se mete bajo la piel de aquel jovencito, para investigar qué paso en su vida. Revela, así, la adolescencia, con todas sus dudas, expectativas y sueños, ante la pérdida total de orientación. Obligado, cruza la frontera para rehacer su vida entre canadienses; en su nuevo entorno, reordenará sus pasos y enfrentará el porvenir. Es una novela profunda y hermosa sobre la pérdida de la inocencia, sobre los lazos familiares y el camino a la madurez. Poética y refinada, Richard Ford seduce con su poderoso estilo y intenso su humanismo. Es un clásico vivo y andante.

Y vamos a otro libro, cambiando de género: una colección de cuentos, de reciente edición, llamado "Mi vida querida" (Lumen/RHM), cuya autora es la reciente ganadora del Premio Nobel literario de 2013, la canadiense Alice Munro.

EL dominio del relato breve distingue a esta escritora, dueña de una capacidad narrativa poderosa, que irradia mucho más de lo que describe. La intensidad y la tensión de lo que escribe, le concede especial significación a lo que se dice, más allá de los temas que trate.

Los cuentos del libro que mencionamos ofrecen un amplio territorio para observar el universo de la mujer, a distintas edades. El mundo familiar ha enriquecido su mirada, como suele ocurrir en la buena literatura, sostiene la propia Alice Munro. Su pluma da originalidad a sus personajes, que son siempre muy diversos, gracias al análisis de sus emociones.

No es fácil referir los temas de sus cuentos. Hay niñas, por ejemplo, que viven extrañas historias, como aquella cuyos padres se van a Ghana por tareas de colaboración, así como mujeres y hombres que sobrellevan sus dudas y esperanzas, amores, decepciones y sorpresas de su andadura por la vida cotidiana de nuestros días.

Este libro tiene, además, cuatro capítulos finales (no son relatos), vinculados entre sí, donde Alice Munro se aplica a contar su propia infancia, y lo hace con unas notas plenas de vida donde se entrelazan los momentos lógicos aspectos autobiográficos con destellos de ficción, dando lugar a intensos sentimientos y emociones.

Los cuentos, y esta es la singularidad de la técnica que emplea, toman caminos que se bifurcan (como diría el insigne Jorge Luis Borges) porque la autora conduce a sus lectores hacia lugares inesperados y finales siempre sorprendentes. Por ello, como ha señalado la crítica, "sus cuentos son maravillosos".

Un Nobel muy aplaudido. Enriquece una visita a este libro cuya resonancia está más allá de las palabras.

Recordemos, al cerrar esta columna, a quienes se disponen a tomar un libro en sus manos, que el mismo Borges se jactaba, no de los libros que había escrito, sino de aquellos que había leído.

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Rubén Loza Aguerrebere

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