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¿Somos idea?

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La unión nos hará fuerza? Son dos preguntas clave que debemos hacernos los blancos hoy, de cara a la próxima contienda electoral.

La unión nos hará fuerza? Son dos preguntas clave que debemos hacernos los blancos hoy, de cara a la próxima contienda electoral.

La respuesta que demos a las mismas, con hechos y no con discursos durante el tiempo que falta hasta las elecciones nacionales, definirá la calidad de la única alternativa que encarnamos.

Y lo que es más importante, definirá la posibilidad de perdurar en el poder una vez obtenida la victoria, y por fin encauzar al país en la senda del desarrollo sostenible.

Es nuestra responsabilidad como blancos elevar la mira, estar formados para lo que viene, terminar con la mediocridad y los premios consuelo en política tan comunes en los últimos tiempos, es decir: ser mejores en todo sentido.

Un ejemplo:

Ya he referido anteriormente que el país enfrenta grandes desafíos por lo menos en estas 5 áreas:

Seguridad.

Educación.

Economía.

Regulación del empleo.

Inserción internacional.

Todas ellas fueron acertadamente consideradas por Lacalle Pou en las propuestas que realizó al gobierno a principios de marzo, y, a mi juicio, en un acto de enorme significación político-democrática (en América quizá equiparable únicamente a lo que ocurre en U.S.A.), fueron contestadas una a una por el Presidente de la República.

Del análisis de las propuestas y de sus respuestas, surgen dos visiones del país, (aun en donde pueda haber coincidencias), y dos formas de encarar los problemas.

Una postura (la de Lacalle Pou) es pragmática, y diagnostica con acierto proponiendo soluciones de gestión sobre una base que entrelaza conocimiento técnico con conocimiento de la realidad.

Se nota que está llena de ideas, despojada de ideología, y se la siente más libre, hasta en la redacción.

La otra postura, es una respuesta, justa muchas veces (vamos, que no todo está tan mal), pero con un aire de rígido descargo que mezcla justificación burocrática con ideología (ver referencia a las empresas públicas, al empleo, a la seguridad, pensar en lo que no dice en materia de inserción internacional…).

Atendiendo este ejemplo reciente, vuelvo a preguntarme:

¿Somos idea?

¡Claro que somos idea!

Los blancos no hemos perdido nuestra capacidad creativa de encontrar las mejores soluciones para el país. Tenemos excelentes equipos técnicos a los que no les temblaría la mano a la hora de abandonar las viejas recetas que nos tienen dando vueltas en círculo desde hace tanto tiempo.

Somos el único partido político del Uruguay que no tiene ADN batllista, y eso es una gran ventaja a la hora de pensar sin ataduras, a la hora de marcar un rumbo nuevo libremente.

Nuestro faro es la libertad y la dignidad de las personas, ¡por eso las 22 propuestas de Lacalle Pou son idea!

No cabe la menor duda. Pero tenemos que cuidar y cultivar este capital humano y político que genera ideas.

El país está cansado de mediocridad y talenteo en todos los niveles. No podemos permitirnos ser gobierno e improvisar.

Lacalle Pou nos puso la vara alta, es nuestra obligación de blancos elevar la mira y prepararnos para estar a la altura de las circunstancias desde donde nos toque, ya sea como votantes, ediles, alcaldes, diputados, directores, ministros, o senadores.

¿La unión nos hará fuerza?

¡Claro que sí!

A pesar de no haber militado nunca en su sector tengo mucho respeto y agradecimiento hacia Jorge Larrañaga.

Es un gran blanco, y no tengo duda de que su nombre quedará grabado bien fuerte en nuestra rica historia.

Así como Lacalle Pou le devolvió la frescura y la innovación al partido en el 2014, Jorge Larrañaga tiene el mérito de ser quien le devolvió la unidad.

Fue el hombre que en el 2009 consolidó nuestra fortaleza como partido y opción de gobierno cuando aquella noche de las elecciones internas apretó la mano que tanto tiempo llevaba tendida esperando ser correspondida.

Ratificó con doble marca su entrega a la causa con la candidatura a la vicepresidencia en 2014.

Esto marcó que el partido entrara en una nueva etapa de consolidación institucional donde conviven dos sectores que aun con las diferencias de los naturales matices políticos que caracterizan a cada uno, ambos hacen eco de un ideario que tiene como centro de gravedad al individuo.

No es menor. Para nada. Proteger al individuo: ¡una idea tan vieja como transgresora!

Luego de tantos años de padecer al colectivismo y corporativismo gobernante, en la unidad del Partido Nacional vive la esperanza de recuperar algunas libertades fundamentales.

Algunas muy simples, como la de caminar con seguridad por las calles…

Y así como es nuestra obligación de blancos estar bien formados para gobernar bien, es también nuestra obligación de blancos trabajar por esta unidad cuyo fruto gozamos hoy, y que fuera tan endeble hace tan poco.

Si somos opción al partido de gobierno, es por esto, por esta unidad, y por la capacidad de nuestros principales líderes para consolidarla cada día. No debemos dejarlos solos.

Nuestro país necesita consolidar un rumbo, necesitamos elevar nuestra autoestima como orientales, pero no en base a heroicas y excepcionales gestas deportivas, sino en base a sacrificio, a la práctica de una ética del trabajo, y prepararnos para ser capaces, para no improvisar, y para no dejar que por chicos nos corran con el poncho, ni los de adentro ni los de afuera. (Cada vez que pienso en el Mercosur, en la OCDE, en la OIT, pienso en Herrera…)

He insistido, y cada vez estoy más convencido de que Uruguay necesita un líder como lo fue Adolfo Suárez en España, capaz de sentar a todos los actores de la sociedad a la mesa, capaz de hacer que busquemos puntos de encuentro donde parece que no los hay, capaz de hacer que los orientales nos demos la mano, y no la espalda.

El Partido Nacional lo tiene, sus ideas lo respaldan, su unidad lo fortalece.

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Tomás Teijeiro

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