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Acuerdo del clima en París

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Yo tenía expectativas bajas por la reunión de Naciones Unidas sobre el clima aquí y cubrí todas ellas, espléndidamente. Lo digo sin cinismo.

Yo tenía expectativas bajas por la reunión de Naciones Unidas sobre el clima aquí y cubrí todas ellas, espléndidamente. Lo digo sin cinismo.

No se puede esperar que cualquier conferencia mundial que incluye a tantos países se ponga de acuerdo en mucho más que el mínimo común denominador. Sin embargo, el hecho que el mínimo común denominador ahora sea tan alto -la voluntad de 188 países a ofrecer planes para reducir de manera constante y verificable sus emisiones de carbono- significa que aún tenemos una oportunidad de cubrir lo que científicos dicen que es nuestro desafío clave: evitar los peores impactos del calentamiento global que nosotros no podemos manejar de manera alguna y manejar aquellos impactos que ya no podemos evitar. Eso es en verdad de suma importancia.

Muchos líderes metieron mano ahí, pero eso no habría ocurrido sin la diplomacia del Presidente Barack Obama y el Secretario de Estado, John Kerry.

Me quito el sombrero, porque esto mantiene viva la esperanza de limitar el calentamiento de la tierra a 2 grados Celsius, o 3.6 Fahrenheit, por encima del nivel que existió en los albores de la Revolución Industrial; la línea roja aproximadamente que los científicos han trazado, más allá de la cual empezará el “enrarecimiento global” y el clima muy probablemente se ponga realmente raro e inestable. Ya estamos casi a la mitad del camino de pasar esa línea rojo.

El único punto de importancia que resiste en el mundo a este trato es el Partido Republicano. Yo no prestaría atención a ese tipo de cavernarios -como decía una pancarta que llevaba un manifestante en París: “Los dinosaurios tampoco creían en el cambio climático”, y las cosas no terminaron bien para ellos… quizá con la excepción de que uno de estos tontos pudiera ser nuestro próximo presidente y hacer un caos de esto.

El Partido Republicano (GOP) debería seguir el consejo de Andy Karsner, quien fue el subsecretario de energía de George W. Bush y uno de sus negociadores del clima, y usar el acuerdo de París para construir un puente de vuelta a una participación constructiva con respecto al tema. Los republicanos pueden argumentar plausiblemente, dijo Karsner, que fue Bush quien, en 2007, creó la estrategia de las “mayores economías” para abordar el cambio climático precisamente a través del tipo de objetivos facultados por el mercado, voluntarios y nacionales, adoptados en París.

“El precio de superar este tema pudiera nunca más ser tan barato”, dijo Karsner sobre los republicanos.

“Líderes del Congreso necesitan evaluar la oportunidad que tienen de reconectarse con electores de la corriente popular, líderes científicos, civiles y empresariales, estrategas geopolíticos y la mayoría de cualquiera menor de 35 años de edad que haya completado ciencias del octavo grado”.

Con la tierra en camino a sumar 2,000 millones de personas más para 2050, que en su totalidad querrán automóviles y hogares, y con científicos diciendo que la única forma de mantenerse por debajo de la línea roja de 2 grados centígrados consiste en eliminar gradualmente combustibles fósiles para casi la misma fecha, hay una sola fuerza con el tamaño suficiente para hacer eso -para acometer a Madre Naturaleza en magnitud- y esa es Padre Codicia, alias el mercado.

Lo que hará que este acuerdo sea histórico es si Estados Unidos y China ahora encabezan al mundo en la imposición de un precio al carbono, porque solo eso se ajustará con los avances tecnológicos de por sí considerables que han ocurrido con la energía eólica, solar, baterías, eficiencia energética y energía nuclear.

“En los últimos seis años”, dijo Hal Harvey, director ejecutivo de Energy Innovation, grupo de investigación estratégica, “los precios de la energía solar han caído en más de 80 por ciento, y ahora cuesta menos que una nueva planta de carbón. La energía eólica ha bajado 60 por ciento, en tanto las luces LED más de 90 por ciento”. Con otras nuevas tecnologías cerca a la mano “queda en claro que un futuro limpio no cuesta más que uno sucio”, dijo. “Texas ahora tiene la mayoría de la energía eólica instalada de cualquier estado de la Unión Americana. “¡Texas!”

El equipo de Harvey ha construido un modelo informático para ver cuáles políticas pueden descarbonizar la economía al precio más bajo. El modelo permite al usuario poner a prueba diversas opciones estratégicas con respecto al clima, contaminación y la economía. Si elige la mezcla correcta, los resultados lo tendrán sonriendo. Póngase en línea, en www.energypolicy.solutions, e inténtelo usted mismo.

El punto es, dijo Harvey, que el director ejecutivo de hoy “no tiene ya que ser un héroe” para invertir en energía limpia.

De hecho, José Manuel Entrecanales, presidente de Acciona, el gigante español de renovables, me dijo que él solía estar corriendo con todo solo en la carrera por instalar renovables “con el viento en mi cara”. Sin embargo, ahora encuentra el viento en su espalda, y algunas de las mayores empresas petroleras están intentando entrar por la fuerza a la carrera. Eso no es coincidencia alguna, dijo, considerando que tratos recientes de Marruecos a Sudáfrica a Chile fueron cerrados por alrededor de 2.8 centavos por kilovatio-hora de viento y 4.2 centavos por kWh de energía solar, haciéndolas altamente competitivas con el combustible fósil.

“En Chile”, dijo Entrecanales, “había (solo) una subasta que era escéptica hacia la tecnología, así que el gobierno estuvo ofreciendo grandes cantidades de energía que sería suministrada a lo largo de los siguientes 10 años, 20 años, y toda la energía otorgada era renovable. No se suministró un solo megavatio hora de electricidad convencional”.

Sin embargo, destacó, apalancar el consenso de París para obtener un precio por el carbono en los grandes países emisores es el “Santo Grial”, el aspecto que inclina todo. Debido a que, si bien las renovables pueden ganar en contra de nuevas plantas de combustible fósil, viejas plantas de combustible fósil construidas sin controles de contaminación, y con todos sus gastos de capital amortizados y aún gozando de subsidios, todavía pueden funcionar a muy bajo costo… si no se cuenta su masivo impacto de carbono.

Un precio al carbono, dijo Entrecanales, “daría un impulso a la tecnología, impulsaría investigación y desarrollo, impulsaría la inversión, así como impulsaría los hábitos del consumidor”. Así que París era necesario. Un precio al carbono lo hará suficiente. © The New York Times 2015

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Thomas L. Friedman

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