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Uber y los taxímetros

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El sistema de transporte de Uber ha revolucionado a buena parte del mundo.

El sistema de transporte de Uber ha revolucionado a buena parte del mundo.

Como se sabe se trata de una aplicación que se puede utilizar por medio de “tablets” y celulares. Se la instala en estos y permite obtener por medio de ellos, un auto seguro, controlado, prolijo y conducido por un particular que ha sido admitido a trabajar previo análisis riguroso de sus antecedentes personales y de la calidad del auto propio que propone para usar.

Al requerirse un servicio, un sistema computarizado de ubicación se conecta el usuario con el coche libre más próximo, y se determina el viaje a realizar y su precio.

Al cierre del servicio, se paga con tarjeta plástica, y se califican recíprocamente chófer y cliente de uno a cinco. Si la calificación de cualquiera de los dos es menor de cuatro se les elimina del sistema.

No hay mampara, ni dinero en efectivo, ni identificación externa del vehículo.

El encuadre legal de los principales sujetos de la relación es complejo. En buena medida el sistema es producto de realidades nuevas, propias de un tiempo nuevo. Como Netflix, o la venta de pasajes aéreos internacionales o el alquiler de hoteles o propiedades de cualquier tipo en cualquier parte del mundo.

Claramente con estas soluciones, cosa propia de las nuevas tecnologías, quedan situaciones establecidas al costado del camino. Llámense vídeo clubes, agencias de viajes, inmobiliarias etc. En el caso de Uber, se lesiona la competencia de taxímetros y remises. En muchas partes del orbe esto es fuente de discusiones y juicios. A veces el sistema está funcionando de hecho. O se le admite.

Sobre el operador del sistema, cabe decir que está instalado fuera del país. Tiene una ganancia como intermediario, por un servicio que se ejecuta dentro del territorio del mismo. Y, desde una óptica ortodoxa, debería tener domicilio legal y personería y sucursal establecida dentro del territorio nacional. Por un tema de responsabilidad en general por los servicios que presta y por motivos tributarios (salvo exista acuerdo de doble tributación).

Los chóferes por su parte pueden ser considerados trabajadores independientes y han de ajustarse al registro de sus actividades como corresponde, ante las entidades pertinentes, incluyendo el BPS..

Expresado lo anterior es necesario tener presente algunos conceptos.

El servicio de taxímetros de Montevideo es un desastre. Hay taxis en los que no cabe una persona grande, los chóferes empleados no tienen disciplina, ni cortesía alguna y, es frecuente a uno le dé la sensación de que se subió a una montaña rusa en un carro desenfrenado (con mampara). Todo esto es obra de la penosa intendencia municipal que desgobierna Montevideo desde hace más de 20 años. Que tanto puede hacer un corredor Garzón, como poner en la rambla a un gigantesco gordo celeste, hecho monumento, en cueros, mirándose, digamos, sus partes nobles.

La patronal de taxímetros por su parte, se lleva por delante todo de pesado. Y, ¡cuidado!, le toquen el negocio corporativo tan deficitario y pobre como servicio público. Y, el sindicato de trabajadores, no sé a cuantos representan realmente, es socio del plenario “Memoria y Justicia”, un grupo de “tirapiedras” arengado por una tal Irma Leites.

Todo dicho.

Como ciudadano y usuario: ¡arriba Uber y la libertad de trabajo! Y que se vea como puede operar legalmente.

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Ricardo Reilly Salaverri

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Ricardo Reilly Salaverri

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