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Monarquía y paredón

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El 2015 abre con nuevas circunstancias. En lo internacional lo más impresionante es el desplome imprevisto para el común de los mortales, del precio de los hidrocarburos.

El 2015 abre con nuevas circunstancias. En lo internacional lo más impresionante es el desplome imprevisto para el común de los mortales, del precio de los hidrocarburos.

Estados Unidos se autoabastece y además exporta hidrocarburos -convencionales y no convencionales- y patea el tablero. Rusia, Irán, México, Venezuela, Brasil (tras el 7-0 con Alemania en su campo, entrampado con los negociados de Petrobras, un escándalo socialista de impiadoso robo al pueblo ) y otros, han quedado tambaleantes y al borde del “knock out”, con perdón de la cita boxística.

Con sus brillos y sombras, EE.UU. como referencia de estado nacional, reaparece como potencia primera en ciencia y tecnología y en poder cultural, político, económico y militar. También social, porque la América levantada al sur del Río Bravo es patética (México con 43 estudiantes asesinados, quemados y arrojadas sus cenizas a un río por narcotraficantes, Fidel Castro, Chávez, Maduro, Morales, la Cristina “K” del fiscal Nisman…) ¿y quién no sabe que el país norteño ha debido levantar una muralla para contener a los miles y miles de emigrantes que desean traspasar diariamente sus fronteras y trabajar? Aunque sea como indocumentados, en tierras del “imperio”

El verano impulsa a leer y en mi caso, sobre temas reales. Las novelas -lo imaginario- prefiero vivirlas. Las he vivido. No me seduce la ficción -con excepciones- sino la realidad. Al fin y al cabo, como decía el general Perón, en política lo que manda es la realidad. Y, como lo que uno siente como atracción vivencial es la circunstancia política, trata de buscar la realidad. Decía Lenin, sumando un aporte, “los hechos mandan”. Vayamos a ellos.

Aconsejo la lectura de “La vida oculta de Fidel Castro”, relatada por un hombre que conoció al rey absoluto, asesino y cleptómano en su intimidad, por muchos años (La vida oculta de Fidel Castro; Juan Reinaldo Sánchez; ed. Ariel; 2014). Es el testimonio que cierra un ciclo castrista de casi 55 años, durante los cuales la amoral imbecilidad “intelectual” (cosa distinta de lo inteligente), arraigada en círculos áulicos latinoamericanos, con la consecuencia de tortura, secuestro, mutilación y muerte de cientos de miles de personas, entre los que revistan obreros, empresarios, policías y soldados orientales, tras un fracaso social propio de la genealogía comunista, cierra su período abrazándose contra las cuerdas, al presidente de los Estados Unidos.

Frente a un caso de emigración seleccionada increíble -lo mejor de Cuba se fue a Miami y es una poderosa comunidad dentro del mundo estadounidense- los cubanos isleños sometidos a una tiranía brutal y personal -Fidel ha hecho y deshecho cualquier cosa- han vivido bajo un solo diario, una sola radio, una sola televisión. Con la seguridad de ir presos por decenas de años por emitir un comentario sobre la tiranía monárquica y hereditaria, mientras que el Líder Máximo, ha gozado con su familia y amigos, de una isla lujuriosa propia, yates y helicópteros que le facilitan la vida, pléyades de esclavos que le cuidan, con mujeres “elegidas de la pata” y güiski escocés añejado. Con mansiones por todos lados y arbitrariedad para decidir sobre la libertad y la vida de sus súbditos. El socialismo de las izquierdas (?) latinoamericanas ha tenido allí su Meca: dominación del pueblo, sometido a la burocracia policial, miseria, ausencia de libertades, tortura, cárcel y paredón. A los terroristas de la “liberación nacional” les cayó el último telón.

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Ricardo Reilly Salaverri

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