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El malón rojo

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Pedimos, pido, la primera línea en defensa de una y todas las vidas humanas. Repudiamos a las peores expresiones de violación de los derechos humanos que se han configurado en los regímenes totalitarios más condenables de la Historia como lo son el nazismo y el comunismo. Este último cobró 80 millones de víctimas en Rusia y sus satélites en la era soviética y otro tanto en la China de Mao. Con el paredón como emblema así se ha procedido y procede, atiborrando las cárceles con quienes piden democracia, en la Cuba de la monarquía absoluta de la dinastía Castro y —para no abundar— así es que hoy se saca el ejército a la calle para reprimir, torturar y matar, a jóvenes y pueblo indefensos en Venezuela, bajo la máscara del ”socialismo del siglo XXI”. Se trata de similares sistemas oligárquicos, corruptos, totalmente ineficientes económica y socialmente, y liberticidas, conocidos inapelablemente por quienes analizan objetivamente la Historia.
Nunca he usado un arma. Solo la de las convic

Pedimos, pido, la primera línea en defensa de una y todas las vidas humanas. Repudiamos a las peores expresiones de violación de los derechos humanos que se han configurado en los regímenes totalitarios más condenables de la Historia como lo son el nazismo y el comunismo. Este último cobró 80 millones de víctimas en Rusia y sus satélites en la era soviética y otro tanto en la China de Mao. Con el paredón como emblema así se ha procedido y procede, atiborrando las cárceles con quienes piden democracia, en la Cuba de la monarquía absoluta de la dinastía Castro y —para no abundar— así es que hoy se saca el ejército a la calle para reprimir, torturar y matar, a jóvenes y pueblo indefensos en Venezuela, bajo la máscara del ”socialismo del siglo XXI”. Se trata de similares sistemas oligárquicos, corruptos, totalmente ineficientes económica y socialmente, y liberticidas, conocidos inapelablemente por quienes analizan objetivamente la Historia.
Nunca he usado un arma. Solo la de las convicciones. Creo en la Libertad y descreo del autoritarismo. Aunque hoy, ante el desgobierno y la violación diaria de nuestros derechos humanos a manos de la delincuencia, no hay más remedio que pensar en cómo defenderse del crimen por uno mismo.
Durante el gobierno del Partido Nacional (1990-1995) integré el gobierno en cargos políticos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, culminando el período como Ministro de la cartera. Desarrollamos allí con el equipo instalado una tarea incansable por mejorar la prevención de los accidentes de trabajo, tarea que está esencialmente a cargo de la Inspección General del Trabajo y la Seguridad Social. Este organismo, conocido como la policía del trabajo, vela por el cumplimiento de la legislación laboral, con particular acento en lo que tiene que ver con la integridad moral y física de los trabajadores subordinados. Es un instituto creado a principios del pasado siglo, dentro de una vanguardia nacional en el ramo a nivel mundial. Hubo y hay allí normas y conocimientos técnicos orientados a prevenir y reprimir las violaciones legales que pongan en riesgo al trabajador. A lo suyo suma el Banco de Seguros del Estado, que en términos de evitar enfermedades y lesiones, controla y ampara a quienes padezcan discapacidades temporarias o permanentes a causa de su actividad laboral. A esto suma, la libertad gremial, bien entendida, que es distinta de la ejercida para manipular política y electoralmente a los trabajadores. Sin consenso civilizado entre empleadores y empleados, generando una cultura al respecto nada puede fructificar en su mejor expresión.
Venimos de vivir una jornada propia de la agitación bolchevique. Se votó una ley por el Frente Amplio, a impulsos de comunistas y tupamaros, y con la agachada de cabeza de los cretinos útiles, liderados por Vázquez y Astori, por la que ante cualquier accidente laboral sin importar culpabilidad cualquier empresario iría a la cárcel. Es un ataque al sistema democrático y a la libertad de trabajo, a la igualdad de todos ante la ley, el debido proceso legal y la Constitución en su letra y espíritu. Si se es empleador y ocurre una desgracia laboral, marche preso. Eso es hoy. Mañana será el paredón. Lo positivo de esta ley que será anulada como corresponde por la Suprema Corte de Justicia, es que deja en claro quienes gobernarían si el frívolo demagogo y multimillonario empresario Tabaré Vázquez fuese presidente. El malón rojo ante el Parlamento y la agachada, son inequívoca señal.

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Ricardo Reilly Salaverri

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