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Cola y viento

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Por estos días se escucha y se lee que hay compatriotas que tienen tanto entusiasmo por el tangible progreso arrollador del país, que afirman con un dejo de agresividad, algo así como: “hay quienes no se han dado cuenta que hoy se vive en Uruguay como en los mejores países de Europa o los más apreciados lugares de los Estados Unidos”.

Para muchos la afirmación seguramente procede de algún beneficiado por la multitud de nuevos cargos de confianza creados en municipios, entes y Estado nacional, puestos a dedo con retribuciones de ejecutivo “yanqui”, secretaria, celular y coche con chófer que nos ha traído el socialismo, o por alguno de los 60.000 empleados públicos designados en la nueva era (ahora 300.000 superando todos nuestros récords presupuestales desde los charrúas hasta hoy), o por alguno de los cientos de miles de beneficiarios de los planes de “inclusión social”, que educan a vivir sin trabajar. O, por empleados del ferrocarril que hace años no anda y cobran, o Alas U, q

Por estos días se escucha y se lee que hay compatriotas que tienen tanto entusiasmo por el tangible progreso arrollador del país, que afirman con un dejo de agresividad, algo así como: “hay quienes no se han dado cuenta que hoy se vive en Uruguay como en los mejores países de Europa o los más apreciados lugares de los Estados Unidos”.

Para muchos la afirmación seguramente procede de algún beneficiado por la multitud de nuevos cargos de confianza creados en municipios, entes y Estado nacional, puestos a dedo con retribuciones de ejecutivo “yanqui”, secretaria, celular y coche con chófer que nos ha traído el socialismo, o por alguno de los 60.000 empleados públicos designados en la nueva era (ahora 300.000 superando todos nuestros récords presupuestales desde los charrúas hasta hoy), o por alguno de los cientos de miles de beneficiarios de los planes de “inclusión social”, que educan a vivir sin trabajar. O, por empleados del ferrocarril que hace años no anda y cobran, o Alas U, que no se sabe qué emprendimiento aeronáutico proyectan, mientras llevan ya meses y meses percibiendo un subsidio estatal.

En todo caso, quienes sienten como cierta la expresión del principio, si hay algo seguro, es que nunca viajaron a Europa o a Estados Unidos.

Podría repetirse algo sobre la escandalosa gestión de Sendic en Ancap, la que cuando el petróleo en el mundo cae un 40%, en nuestro país que importa hidrocarburos, sigue con las naftas más caras del planeta para tapar los agujeros de la administración presidida por el vicepresidente. O con UTE que nos brinda, al igual que pasa con los combustibles, la electricidad más cara del mundo. O con Antel que va a construir un circo de 50.000.000 de dólares del que seguramente disfrutarán las murgas compañeras que pagamos todos, con publicidad oficial.

Siempre lo peor es la seguridad y la educación pública. En 10 años de gobierno frentista, la delincuencia ha trepado exponencialmente y los niños y jóvenes crecidos en ausencia de la educación son hoy y serán mañana, incapaces, sin hábitos de trabajo y con propensión al delito.

Hubo elecciones nacionales y una opción popular mayoritaria por continuar lo que se conoce. Con los tupamaros y afines estamos atrás, más de medio siglo. En tiempos de la “revolución cubana”, con el Dr. Vázquez como Presidente, retrocedimos tan solo 10 años. Con el mismo elenco ministerial de antes, con sus integrantes 10 años más viejos, ¿ilusiones? Igual se puede poner un zapatito el 6 de enero y confiar en los Reyes Magos.

Los 10 años pasados conocieron una bonanza económica como nunca hubo otra, por la situación internacional. Pero también por el viento de cola de un país que en el agro, en la revolución de los granos y la madera, en la producción de las mejores carnes del mundo, tras 140 años de sostenida innovación y trabajo, estaban las condiciones dadas para que la coyuntura externa nos empujara fuertemente.

Ha habido más riqueza que llegó a toda la República y la primera razón fue el viento de cola, que soportó hasta el despilfarro del dinero público.
Con un progreso material cimentado en lo que la izquierda permanentemente denostó, oponiéndose en forma permanente a estos sectores que aportaron al no hacer como el gobierno parecidos disparates.

La elección es un resultado. La lucha democrática una eternidad.

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Ricardo Reilly Salaverri

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