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14 de abril de 1972

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Hoy se cumplen 44 años de un día que sentó mojón en un triste pasado de la República. La organización terrorista más importante de las que le castigaban -los tupamaros- mataron el 14 de abril de 1972, a cuatro personas a las que acusaban de pertenecer y actuar en los cuadros del orden público democrático, quienes defendían la integridad de las instituciones republicanas nacionales.

Hoy se cumplen 44 años de un día que sentó mojón en un triste pasado de la República. La organización terrorista más importante de las que le castigaban -los tupamaros- mataron el 14 de abril de 1972, a cuatro personas a las que acusaban de pertenecer y actuar en los cuadros del orden público democrático, quienes defendían la integridad de las instituciones republicanas nacionales.

La generación pos Segunda Guerra Mundial, nacida años más o años menos en el eje de 1945 vivió hechos que son pasado. La Guerra Fría, el Muro de Berlín y su caída, las invasiones de la Rusia soviética a Hungría y Checoslovaquia para aplastar pueblos sometidos que clamaban por Libertad; la revolución castrista, su giro totalitario y el paredón; la acción apátrida, fascista y de propósito totalitario de las organizaciones marxistas y leninistas en nuestro país, con el partido Comunista y la delincuencia tupamara en la vanguardia; la creación y acción de las Fuerzas Conjuntas que instaladas a poco de la jornada que evo-co, derrotaron militarmente a los criminales que habían puesto en jaque a la vida nacional. Las que, cumplida tal tarea se embarcaron en un proceso de gobierno de facto del que no supieron salir, y que llevó al recordado Dr. Enrique Tarigo a decir: “Los llamamos como a los bomberos para que apagaran un incendio pero no pa-ra que se quedaran a vivir en casa”.

En una República -la nuestra- que vivía dificultades económicas y sociales propias de las circunstancias externas y sus limitadas posibilidades materiales, admirada por su tradición democrática y social, con fuerzas armadas civilistas y profesionales, que nunca hasta entonces habían tenido un pronunciamiento político, sus enemigos, los comunistas eran una sucursal de la explosionada tiranía soviética y los tupamaros, una banda más de la delincuencia internacional promovida desde La Habana por Fidel Castro. Un déspota brutal, que reina con su corte policial sobre un pueblo paupérrimo. Viviendo servilmente primero de las dádivas soviéticas, y luego de la experiencia oligárquica chavista. Que ha sabido destruir a Venezuela, robándola, reprimiendo y conculcando sus libertades esenciales.

La memoria de la jornada aludida y los hechos escogidos como reseña, son parte de la vida de una generación que peina canas y no tienen arraigo en generaciones próximas a la actualidad. Las que según datos oficiales, en tiempos de progresismo, dado el estado de la educación pública, conforma mayoritariamente una numerosa grey de ignorantes, con índices bajos estadísticamente de años de educación en todos los niveles, y resultados calamitosos, en comparación con el mundo que más avanza en democracia y bienestar económico y social. No se trata ya de que sepan computación e inglés, temas del nuevo alfabetismo. Se trata de que no saben leer y sumar.

Las víctimas, secuestrados, agredidos, mutilados y asesinados por la delincuencia terrorista, nuestros policías y soldados atacados y muertos por la espalda, son hoy el cerno de esta evocación. No tienen quien les escriba. Su memoria -amparada por los pabellones patrios- estará presente en el recuerdo de quienes permanecen con las banderas históricas del republicanismo artiguista al viento. Sobrellevando las miserias del desgobierno de los derrotados de ayer, que se vienen encargando desde el gobierno de destruir a la Nación hoy.

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Ricardo Reilly Salaverri

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