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La nueva directora general de Secundaria, Celsa Puente, acaba de hacer un primer anuncio sobre lo que será su estrategia. Según informó, sus acciones iniciales apuntarán a fortalecer la estructura de inspecciones. La idea es instalar nuevos inspectores regionales que cumplan dos tareas. La primera consistiría en coordinar y apoyar el trabajo de los demás inspectores presentes en la zona, así como a los propios equipos docentes. La segunda consistiría en asegurar una "fuerte articulación" con las autoridades centrales. Como primer paso, ya se abrió una convocatoria a aspirantes.

Uno de los objetivos buscados por Puente es profundizar el proceso de regionalización iniciado por las autoridades de Secundaria cuando dividieron al país en cinco regiones. La idea es reducir el centralismo y fortalecer la autonomía de los territorios. Esta intención general es compartible, pero el problema es cómo se piensa ponerla en práctica.
En primer lugar, el propio concepto de descentralización

La nueva directora general de Secundaria, Celsa Puente, acaba de hacer un primer anuncio sobre lo que será su estrategia. Según informó, sus acciones iniciales apuntarán a fortalecer la estructura de inspecciones. La idea es instalar nuevos inspectores regionales que cumplan dos tareas. La primera consistiría en coordinar y apoyar el trabajo de los demás inspectores presentes en la zona, así como a los propios equipos docentes. La segunda consistiría en asegurar una "fuerte articulación" con las autoridades centrales. Como primer paso, ya se abrió una convocatoria a aspirantes.

Uno de los objetivos buscados por Puente es profundizar el proceso de regionalización iniciado por las autoridades de Secundaria cuando dividieron al país en cinco regiones. La idea es reducir el centralismo y fortalecer la autonomía de los territorios. Esta intención general es compartible, pero el problema es cómo se piensa ponerla en práctica.
En primer lugar, el propio concepto de descentralización que se utiliza es demasiado tímido. Más allá de algunos detalles, se sigue apostando a la misma estructura piramidal que nuestra enseñanza mantiene desde siempre. Un verdadero proceso de descentralización requiere fragmentar la capacidad de tomar decisiones. En cambio, lo que se busca es agilizar la relación entre las regiones y las estructuras centrales, de modo de acortar los plazos burocráticos. Eso no es descentralizar, sino intentar volver más eficiente una estructura centralizada.

En segundo lugar, la propuesta no incluye ninguna revisión de la propia función inspectiva. Y ese es un grave defecto, porque el modelo de inspector que seguimos usando en Uruguay es el del siglo XIX. Eso nos aleja de las mejores prácticas actuales.

El modelo inspectivo que seguimos utilizando incluye un fuerte desbalance entre poder y responsabilidad. Los inspectores son figuras poderosas en nuestra enseñanza: tienen la capacidad de afectar la carrera profesional de un docente, o pueden favorecer o entorpecer el desarrollo de proyectos pedagógicos. Pero no tienen, en cambio, ninguna responsabilidad sobre los resultados: la carrera de un inspector no se ve afectada si el abandono o la calidad de los aprendizajes mejoran o empeoran en su zona de influencia. Eso los vuelve algo parecido a señores feudales.

El modo en que organizamos la tarea inspectiva también obstaculiza la formación de comunidades educativas. Los inspectores de asignaturas evalúan a docentes aislados: el hecho de que a un docente le vaya bien o mal no tiene ninguna consecuencia para el centro de estudios. Se supone que los inspectores de institutos deberían tener una mirada más global, pero su influencia sobre lo pedagógico es escasa. Un modelo más actual consiste en ver a la tarea inspectiva como una acción colectiva que involucra a toda la comunidad educativa. Un equipo de inspectores llega a un liceo y se instala durante una semana. En ese lapso lo examinan todo: el trabajo en el aula, la administración, los aspectos locativos y hasta el grado de satisfacción de los padres. Cuando termina la visita, se hace una devolución al equipo docente y se acuerda un plan de mejora que será la base de la próxima visita.

La nueva directora de Secundaria parece persistir en el error de intentar mejorar una estructura que ha quedado obsoleta. Pero la tarea urgente consiste en sustituirla por otra.

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Pablo Da Silveira

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