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De la risa al llanto

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La distancia entre la risa y el llanto suele ser menor a lo que se imagina. Esta semana, por ejemplo, falleció Daniel Scheck, administrador por décadas de El País, pero que a la hora del homenaje casi todos los recuerdos vinieron por su humor, que tuvo picos de popularidad con programas como Telecataplum.

La distancia entre la risa y el llanto suele ser menor a lo que se imagina. Esta semana, por ejemplo, falleció Daniel Scheck, administrador por décadas de El País, pero que a la hora del homenaje casi todos los recuerdos vinieron por su humor, que tuvo picos de popularidad con programas como Telecataplum.

En charlas con su hijo, Guillermo, más de una vez ha salido el tema de lo difícil que es encontrar hoy en los medios gente nueva capaz de desarrollar un humor que atraviese generaciones y clases sociales. Especialmente humor político Y no será porque la realidad no aporte materia prima.

Por ejemplo, esta semana vino a Montevideo Daniel Scioli, candidato del kirchnerismo para las inminentes elecciones argentinas, y fue recibido con toda la pompa por el gobierno. Vale recordar que el ex presidente Kirchner y su esposa Cristina han sido férreos rivales del Uruguay, y especialmente nada cariñosos con el presidente Vázquez, a quien primero apoyaron y después combatieron.

Pero Scioli no vino solo. Aprovechó su estancia en nuestro país para anunciar a su futuro ministro de Interior, nada menos que el ex gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, otro dirigente que ha tenido palabras y actitudes durísimas hacia Uruguay. La foto de El País con Vázquez y Scioli casi bailando un tango mano a mano, con todo este trasfondo de contradicciones, en otro momento hubiera sido un regalo del cielo para que gente con sentido del humor se hiciera un picnic. Hoy...

No pasaron 24 horas y nos enteramos que uno de los capos de la barra de Peñarol tuvo la desgracia de recibir 8 balazos en la cabeza durante un paseo por el 40 Semanas. Una desgracia previsible, ya que el hombre, al parecer, estaba involucrado en tráfico de drogas y tenía varios antecedentes al respecto. Lo llamativo es que el individuo era hasta hace poco uno de esos “referentes” de la barra del club, que cobraba un sueldo por ejercer tareas de seguridad, y hasta se reunía con autoridades del Ministerio del Interior para organizar operativos y planificar medidas. O sea que el tipo que tenía un historial notorio de vinculación al crimen, ingresaba en el ministerio a reunirse con los jerarcas, saludando sonriente a comisarios y oficiales. Todo como para quedarse tranquilo que la seguridad en el fútbol está en las mejores manos.

Hablando del Ministerio del Interior, la reciente Feria del Libro se cerró con la presentación de un tomo biográfico sobre el ministro Bonomi. El mismo cuenta en su tapa con una foto al mejor estilo prócer del jerarca, que ilustra bastante sobre el estilo punzante del mismo. Allí se narraría la prolífica vida política de Bonomi, desde su actuación en el MLN y su gestión en los gabinetes de Vázquez y Mujica. No sabemos si llega a contar detalles de la desocupación del Codicen. Pero seguro va a ser un éxito de crítica y ventas. De solo imaginarse lo que sería este episodio en manos de un humorista de fuste, es difícil ocultar la sonrisa.

Pero los medios también daríamos material. De hecho esta semana El País cometió un error de esos para la historia. El titular de la edición del jueves salió con un fallo de ortografía ya que decía “persecusión”, en vez de “persecución”. Esas cosas que son un golpe en el alma para quienes somos responsables de esa tarea, que antes se achacaría al “duende” de las redacciones, y solo se explica por la hora tardía, el cansancio, y la relectura interminable de cada título que lleva a que a veces los errores obvios se terminen escapando.

Por supuesto que al día siguiente hubo cantidad de opinólogos, académicos y censores, de esos que vegetan en las redes sociales que quisieron cortar leña del árbol caído con muy poco humor. Algo temerario conociendo la memoria y la capacidad de rencor de los periodistas.

De hecho los errores en títulos son algo inherente a esta tarea. No hace mucho el diario argentino Clarín puso en su título principal que “Citan a declarar a 18 oficiales de la Fueza Aérea”. Y en Uruguay mismo ha habido otros episodios que se prestan para la risa. Como cuando una nota sobre la visita de un popular discjockey al Este se tituló “Guetta sacudió la Punta como nadie”. O como cuando un viaje del ex presidente a negociar el bloqueo comercial con los vecinos, se encabezó con “Mujica viaja a Argentina a levantar trabas”. De esas, hay miles.

El humor, también puede ser negro. Por ejemplo esta semana hubo una crisis en el oficialismo, porque tres diputados se negaron a votar un artículo del presupuesto sobre achique de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, no causó ninguna crisis moral que en el mismo presupuesto se injertara una norma para evitar pagar medicamentos que mejoran la calidad de vida de enfermos de cáncer. Eso en momentos en que se gasta en embajadores itinerantes, en duplicar los funcionarios del Mides, o en donaciones a radios que ni existen. Como dijo el ex presidente Mujica en referencia a los ecologistas que criticaban su idea de privatizar el entorno del Cabo Polonio, más vale reírse, porque si no es para ponerse a llorar.

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Martín Aguirre

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