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La hipocresía y sus peligros

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Tanto problema por no decir negro”. El comentario del empleado de minimercado era una lectura lúcida ante el informe de uno de esos programas de metatelevisión (de archivo, dicen los expertos) que explotaba la metida de pata de Cavani sobre los jamaiquinos y África.

Tanto problema por no decir negro”. El comentario del empleado de minimercado era una lectura lúcida ante el informe de uno de esos programas de metatelevisión (de archivo, dicen los expertos) que explotaba la metida de pata de Cavani sobre los jamaiquinos y África.

Es claro que a Cavani lo complicó más el miedo a violar alguna ley de corrección política que una carencia en geografía. Uno de los peligros de esta era donde la hipocresía y el fanatismo de quienes fiscalizan el discurso público es mucho más peligrosa que la ignorancia.

En la misma semana de la proeza de Cavani, hubo otros ejemplos explícitos de esta problemática. Por ejemplo con el caso de un albañil de Cerro Norte que encontró a una niña con una hora de vida, abandonada en un contenedor de basura. Como era obvio, todos los medios se hicieron eco de la noticia. El País agregó una removedora pieza entrevistando al protagonista e informando sobre el destino de la pequeña. Todo acorde al manual.

Pero hete aquí que la nota se ilustraba con una foto de dos policías felices junto a la saludable bebé en un hospital. Y cometió el pecado mortal (¡oh, el horror!) de no ocultar el rostro de la niña.

Al otro día el humorista de uno de los programas matinales de la TV local no pudo contener la moralina, y castigó a la publicación por semejante abuso. Algo festejado por una conductora, que repetía indignada “que mal, que mal”. O sea, el primer comentario que surgió de estos líderes de opinión ante el hecho fue condenar al diario con cuyo producto “changan” cotidianamente, antes que, por ejemplo, a quien dejó a la bebé en la basura.

¿Cuál es el daño causado a la niña? ¿Alguien cree que el rostro de una bebé de una hora de vida permitirá identificarla una semana después? ¿Justifica eso asesinar a pixeles la expresividad de una imagen conmovedora y positiva?

No pasaron 24 horas que otra noticia mostraba el nivel de desquicio de la patrulla del buen hablar de estos tiempos. El Ministerio del Interior difundía un manual para el manejo del idioma “no sexista”, que desafía todos los límites de lo absurdo.

Por ejemplo recomienda usar términos neutros y asteriscos en vez de vocales en los artículos. Entonces en lugar de “las” o “los” policías, lo correcto sería escribir “l*s”, para no ser cómplice del machismo, cuyo origen, nos informa, se remonta nada menos que al neolítico.

También analiza el uso de imágenes en manuales policiales, especialmente uno en el que la mujer “aparece muy pequeña (visualmente se alimenta la idea de fortaleza vs. fragilidad) y el hombre tiene el sol del pabellón nacional sobre su cabeza, como coronándolo”. Y critica que la mujer “parece estar posando, con su mano en la cadera y una postura que resalta sus curvas”. Comentario que llenaría de orgullo a un molá del Estado Islámico, y que hace envidiar a quien se gana la vida produciendo este tipo de obra.

Pero esto no es todo amigos. El pasado jueves el semanario Búsqueda nos narraba la conmovedora historia del grupo de activistas que hace campaña hace años para el cierre del zoológico de Villa Dolores. Una causa comprensible y compartible hasta cierto punto, pero bastardeada por un grupo de fanáticos cuyas consignas en defensa de “los hermanos animales” son dignas de un congreso de psiquiatría.

Estos activistas llegaron a manifestar ante la casa del veterinario del zoo, una figura muy conocida en el país por dedicar su vida a atender a los animales. Lo acusan de haber “asesinado” a la elefanta de Villa Dolores, debido a que por un problema de salud crónico propio de su elevada edad, autorizó una eutanasia. Difícil explicar argumentos científicos ante gente cuyos gritos de guerra son cosas como “ay, ay, ay, que risa que me da, si no cierran el zoo, que quilombo se va a armar”.

Cómo será la cosa que frente a estos dislates, el comentario del secretario general de la IMM, Ricardo Prato, representa un oasis de sensatez. “Parece que hoy en día hay que distraerse de las cosas importantes como la contradicción entre capitalismo y socialismo, para hablar del clima, de los animales, e ir sobre cosas estúpidas”, afirmó Prato. Cuando en una sociedad la cuota de sensatez la pone alguien que reflota consignas marxistas olvidadas en el resto del mundo hace medio siglo, es que la situación es digna de preocuparse.

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Martín Aguirre

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