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Aguirre

Martín Aguirre

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La polémica por el rol de las redes sociales en la política brasileña pone en evidencia un debate que es muy actual en Uruguay.
El debate sobre las cifras de pobreza vuelve a mostrar cómo los desafíos de fondo del país parecen imposibles de enfrentar.
Es el momento de la inteligencia artificial. No hay día en que no se publique algún artículo, o aparezca algún experto pontificando sobre el asunto. Como con cada disrupción tecnológica, las opiniones suelen estar en los extremos. Quienes afirman que esto es la puerta a un nuevo universo de felicidad social, y los que aseguran que, ahora sí, llegó el apocalipsis.
Así se llama una canción, de las más exitosas, del rapero americano J Cole. Sí, ya sabemos, también la novela de Charles Dickens, aunque no somos muy “fans” del autor inglés. Pero hay una línea del tema de J Cole que resonaba esta semana, y que dice: “Cualquiera es un asesino, solo hay que empujarlo hasta su límite”. Y resonaba por las noticias de dos ciudades: Gaza y Santiago de Cuba.
El sórdido escándalo que embarra a Yamandú Orsi tiene lecturas que van bastante más allá del simple cálculo electoral inmediato.
Uruguay tiene un problema de fondo con cierto nivel de pobreza y marginalidad. La cuestión es hallar la mejor forma de atacarlo.
El presidente se mostró afinado, afilado, y lejos del malhumor turbado de la pelea con Orsi, o la conferencia por las grabaciones de Ache.
La ola de indignación de nuestra elite política y cultural ante las declaraciones de Zubía, deja en evidencia problemas muy serios.
En todo el continente parece haber un furor por la receta del presidente salvadoreño. ¿Hay algo que rescatar de sus planteos?