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Vecinos de Montevideo

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Yo nací en esta ciudad. Nací en el Sanatorio Pacheco, en la avenida Agraciada, frente al monumento a Joaquín Suárez.

Yo nací en esta ciudad. Nací en el Sanatorio Pacheco, en la avenida Agraciada, frente al monumento a Joaquín Suárez.

Viví mis primeros años en la Ciudad Vieja, en el apartamento de mis padres en la esquina de 1° de Mayo y la Plaza Zabala, entre sus palomas me retrataron por primera vez cuando mi madre me llevaba a mirar por primera vez, el mundo. Luego fui vecino del barrio Atahualpa, en la Avenida Larrañaga en la casa de Herrera, hoy museo. Cuatro hectáreas que eran un mundo misterioso de perros, aves silvestres y de gallinero, pavos reales, pitangueros de dulces frutos y glicinas perfumadas, jardín y huerta.

Más tarde nos avecindamos en La Mondiola que hasta hoy se refugia en su más coqueto nombre de Pocitos Nuevo. Cuarenta años en Echevarriarza y Pereira de la Luz. Conectados al centro por el 118 y el 119, al norte por el 191 y el 183 y a Carrasco por el 104. Durante cinco años fui ocupante precario de la residencia de Suárez. Hoy escribo desde Carrasco.

Ciudad querible y querida, la mía, la nuestra. Si alguna palabra la definió durante mucho tiempo, esa fue la de “vecino”. Vecinos porque era el barrio, esa dimensión social y territorial en la que nos vinculábamos por ser justamente vecinos. La Real Academia nos dice que lo es quien esté “cercano, próximo o inmediato en cualquier línea”, dejando en claro lo que desde el primer tiempo en que el hombre vivió en sociedad, era lo importante: la cercanía necesaria para combatir la soledad, para alejar el temor, para fomentar el afecto y la noción de comunidad.

Fútbol callejero a pesar de la ronda del sargento de la 10a, que pasaba en bicicleta a eso de las cinco de la tarde. Tiempos de Raúl Rivas, Martin Boghosian, Eduardo Pérez Olave,los Heguy, Celita Carbonel -siempre la más linda- Verónica y Gastón Pereira, las Arocena, Pico Magariños, Juan Carlos Ferreyra, Manuel Carbajal, Luisito Prato, el Boby y el Trucha Hughes, este último famoso bajo el seudónimo de Eduardo H. Galeano, las Bengochea, Robert Brydon, Mauricio Goldman, Raúl, Mario y Luis Trajtemberg y tantos más, cercanos en el afecto y lejanos en la memoria...

Esa ciudad no está bien. Ha crecido y se ha modernizado en algún sentido. Ha cambiado en lo que inevitablemente tenía que modificarse con la masificación, el crecimiento vertical y el ajetreo de un mundo distinto. Pero está mal en lo que podría estar bien, en lo que depende a la acción de los gobernantes, en lo que financiamos los vecinos con lo que nos cae sobre nuestra personal economía. Una voraz ventanilla de cobrar, con sus fauces siempre abiertas para la tasa de saneamiento, la de alumbrado (?), la contribución inmobiliaria, la carga de refaccionar veredas que otros destruyen y una patente de rodados que en ninguna parte del mundo es un recurso y que aquí castiga el “lujo” de tener auto. Y el padecimiento del pavimento destrozado, transporte caro y errático, obras equivocadas, despilfarro, inspectores-recaudadores, basureros no confiables, oscuridad y un sindicato que manda más que las autoridades.

Hace tiempo que esto es verdad. Seguramente que aun antes de estos últimos 25 años. Pero desde hace un cuarto de siglo, con todo el poder en sus manos y con la caja llena, gobierna el FA. Ese es el tema, el centro de nuestra decisión para el próximo 10 de mayo. No si la izquierda o la derecha o el Frente o arriba o abajo, o la madre María, la cosa es que no podemos seguir cayendo, no podemos seguir pagando lo que no nos dan, no podemos seguir quejándonos por la basura y demás si no actuamos para cambiar lo malo que hoy tenemos.

Lo municipal es concreto por definición, no va más allá de dos o tres actividades técnicas que con dinero y gente idónea, se arreglan. Hay recursos humanos y económicos, no hay quien los sepa administrar. Siempre es bueno recordar que los gobiernos no tienen dinero, ni el municipal ni el nacional. Administran lo que me quita, nos quitan mediante impuestos. Tenemos derecho a mejores resultados, no se trata de una dádiva.

No vale decir que no se puede pues hubo un tiempo en que se administraba mejor y hay ciudades mucho más complejas que Montevideo que lucen de manera distinta. O no saben o no quieren. Más bien no quieren porque están atados a intereses que no son los nuestros ni los de la mayoría de los montevideanos. Se ha usado la Intendencia de Montevideo como base de lanzamiento electoral, se convirtió la ciudad en un cuartel general de la izquierda. El costo ha sido la mala administración, la colocación de compañeros, el ingreso de miles de funcionarios, el desprecio que llevó a decir que “una heladera” ganaría... y ganó. Siguiendo con el símil hoy nos ofrecen una batidora y un freezer, de la misma marca, con el mismo motor, con las mismas funciones que todos los aparatos que durante tantos años no sirvieron para nada.

Ya pasó el momento de elegir en función de política exterior, filosofía educativa, criterios de organización social o económica. Eso fue en octubre y noviembre. Ahora se trata de cambiar la mugre por la limpieza, el pozo por el pavimento, la oscuridad por la luz, vivir mejor. Vecinos, al decir de Mujica, ¡no sean nabos!

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Luis Alberto Lacalle

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