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No me lo contaron

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Grité ¡gol! el 16 de julio de 1950. Vi la copa FIFA-Jules Rimet en la vidriera de la AUF. Años después dialogué mucho con su presidente de entonces, César Batlle Pacheco.

Grité ¡gol! el 16 de julio de 1950. Vi la copa FIFA-Jules Rimet en la vidriera de la AUF. Años después dialogué mucho con su presidente de entonces, César Batlle Pacheco.

Encarnaba la limpidez que en Maracaná honró el triunfo de Obdulio, Schiaffino, Ghiggia y todos. No me lo contaron. Lo viví. En la voz de Solé, Chetto y Duilio y en el comentario de Davy, Badano y Miraglia, aquella gesta nos agrandó el horizonte como personas y como país. Sin distinción de clases ni credos, el fóbal le ensanchó el alma a esa República empeñada en tutearse con lo mejor de la civilización, que ni en broma habría aceptado motejarse “paisito”.

Anteayer la policía internacional detuvo a una connotada parte de la banda de dirigentes que hace décadas han dominado a la FIFA. EE.UU. y Suiza les imputan coimear por vender sedes de Mundiales, cobrar fortunas negras por los derechos de transmisión, lavar dinero, etcétera. Impacta, pero no sorprende. Eso sí: esta troupe hizo algo aún peor que delinquir. Indiferentes a los escándalos y barrabravas que arrinconan y matan el deporte en cualquier parte, manejó un “vale todo” que, al estafar al chico que tras la pelota sueña destino, al ignorar al hincha que sufre por su cuadro y al creerse por encima de toda ley, patentó mundialmente el desparpajo.

Por eso, la confirmación de lo que ya era vox pópuli nos produjo un vahído anímico que se nos hizo asco emético -vomitivo- que restituirá la salud en la medida que veamos resurgir -en este y en muchos otros temas- la supremacía del Derecho, cuyos principios valen más que las victorias y las derrotas, futboleras y aun políticas…

Otro tema.

El Dr. Jorge Batlle salió al cruce del decretazo presidencial que injertó al gobierno de Pacheco Areco en el paquete de atropellos inferidos por la dictadura, para echarle abono a la tesis mentirosa de que los tupas surgieron para combatir un régimen de facto. El expresidente lapidó el engendro.

Reconstruyó la época dura pero libre en que hubo medidas prontas de seguridad constitucionales, con un Parlamento que las discutía y a veces las volteaba. Etapa coronada por elecciones puntualmente cumplidas el último domingo de noviembre de 1971, donde el Frente Amplio se estrenó en las urnas marcando un 18%.

Evocó Batlle cómo fue preso en 1972 por denunciar la inminencia de un golpe militar que se efectivizó entre febrero y junio de 1973.

Agrego: en 1972 hacía ya siete años que los tupamaros robaban, asaltaban y mataban. Cuando Jorge fue aprehendido, lo vi marcharse con altivez de Acción, en la calle Camacuá. Al salir, lo primero que hizo fue ir a visitar el diario El Día. Se emocionó al recorrer el edificio que le había sido familiar hasta que lo alejaron las luchas de la 14 con la 15. Recorrió las linotipos donde, cinco años después, un atentado externo iba a costarme privación de libertad y destierro. No me lo contaron. Lo viví. Y por haber vivido, sé que no hay que transitar el minuto fugitivo con los ojos en la nuca, anclado al pasado como la lancha carbonera del tango “Amarras”, sino volcar el espíritu entero hacia el mañana.

En un mundo azotado por toda suerte de desgracias, lo que nos hace falta es construir nuevos conceptos que restablezcan la cultura, la convivencia, el espíritu de lucha y la generosidad sacrificada.

Sólo así acabaremos con los agujeros negros del Derecho y con las chacras de poder que, aquí y afuera, atropellan y asfixian con corporativismos y prédicas medievales.

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Leonardo Guzmán

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