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El cambio de Cambiemos

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El cambio de timón se produjo finalmente, en la Argentina. El domingo, temprano en la noche, a diferencia de lo ocurrido en la primera vuelta en que la gente se fue adormir sin todavía saber bien que había pasado, la ciudadanía argentina supo que el viraje se había producido.

El cambio de timón se produjo finalmente, en la Argentina. El domingo, temprano en la noche, a diferencia de lo ocurrido en la primera vuelta en que la gente se fue adormir sin todavía saber bien que había pasado, la ciudadanía argentina supo que el viraje se había producido.

El gobierno ya no seguiría en manos del peronismo y su ultima vertiente, el kirchnerismo. La Presidencia de la República sería encabezada por el Ingeniero Mauricio Macri. Un líder que se abrió su propio camino en la política, sin provenir ni del peronismo ni del radicalismo, los dos grandes partidos argentinos. Alguien que siempre estuvo firme en mantenerse alejado del peronismo, aun cuando no faltaran quienes le aconsejaban acercarse a esa fuerza mayoritaria para poder crecer. A pesar de ello y las advertencias por carecer del soporte de un gran partido detrás, se mantuvo en su postura. En la reivindicación de que el PRO, el partido creado era algo diferente y así debía continuar. De la misma manera, en la última etapa pre electoral armó inteligentemente su alianza con la UCR y el ARI, el grupo de Lilita Carrió.

Muy pocos apostaban por él como próximo Presidente de los argentinos un día antes de las elecciones de octubre. Pero la verdad es que si se observa su trayectoria desde las PASO (internas) de agosto, hasta el día de las elecciones el pasado domingo, su avance de fue continuo, mientras otros candidatos, Sergio Massa, Adolfo Rodríguez Saá y Margarita Stolbitzer, fueron quedando atrás. Obtuvo 4,6 millones de sufragios más que los 8,3 de la primera ronda y lo superó a Scioli, por 0,7 millón de votos, en contraste de lo sucedido el 25 de octubre. Contaba ya con una muy buena trayectoria en sus ochos años de gestión al frente de la ciudad de Buenos Aires, (más de 4 millones de habitantes) y la exitosa dirección de Boca, club de fútbol que estaba en la ruina hasta que lo catapultó al éxito nuevamente. No todos compartan tal vez todas sus ideas pero mucha gente demostró con su apoyo, el hartazgo con la conducción kirchnerista. El rechazo a su prepotencia, la mentira y la corrupción, aparte de otros problemas como la inflación, la inseguridad y demás.

Como las encuestas y los primeros relevamientos adelantaban porcentajes exageradamente altos a favor de Cambiemos, el 2,8% alcanzado pareció flaco, contrapuesto al 8 o 10% que se llegó a manejar en las informaciones que se transmitían al comienzo. Pero lo cierto es que la perfomance de Macri ha sido de un enorme suceso. Tanto como la alegría que se transmitía desde el estrado y entre la multitud que bailaba al ritmo de las cumbias de Gilda, convertidas en una tradición del PRO. Desplazados quedaron, los bombos del peronismo.

Pero no todo es festejo y danza y ahora llegó el momento de enfrentar la nueva situación. Máxime cuando es tan corto el período de la transición, ( 10 de diciembre) y la Presidente que se va, tal como se supo luego de la extraña reunión mantenida en Olivos, se mostró opuesta a facilitarla. En cualquier país civilizado, cuando cesa un gobierno es de rigor que los ministros y altos funcionarios que se van, se reúnan con los que llegan para ponerlos en antecedentes y facilitar el traspaso de funciones. Una vez más, “genio y figura hasta la sepultura”, Cristina le avisó que no esperara nada de esto. Una posición tan descabellada que ya se habla de una disposición en contrario, en varios ministerios y dependencias. Prueba de ello fue el encuentro entre el Gobernador saliente Scioli y la futura Gobernadora Vidal, más allá de que las noticias hayan sido un balde de agua fría. Es decir, peores aún de lo que se temía. Tendrá que hacerse cargo de un déficit de $ 15.000 millones que le deja Scioli, no reconocido por la administración saliente. Por la falta de dinero para pagar los aguinaldos de 550.000 empleados, deberá pedir urgentemente financiación al gobierno central. Por otro lado, el nuevo Presidente tendrá que aquilatar cuidadosamente el 48,57 de los votos logrados por su adversario, los cuales significan que poco menos de la mitad de la ciudadanía prefirió la continuidad kirchnerista. A su vez, la campaña del miedo puesta en marcha el 25 de octubre, es evidente que tuvo eco.

Dicho esto, el kirchnerismo no se debe creer que los más de 12. 000.000 de sufragios conseguidos puedan contarse como propios. Ya se han visto síntomas de rebelión en el bloque de diputados ligados a gobernadores del Partido Justicialista. Aunque al final consiguieran el quórum con la ayuda de legisladores de la izquierda y tras haber mandado un avión a Tucumán en busca del voto 129 que les hacía falta. Aprobaron entonces, 91 proyectos en pocos minutos, a 7 días del cambio de gobierno.

Con la premura del caso, Macri ha nombrado un ecléctico gabinete en el cual hay desarrollistas, keynesianos, heterodoxos, algún ortodoxo, profesionales pragmáticos y hasta un heredero del sindicalismo.

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Julia Rodríguez Larreta

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