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Rumbo al Pacífico

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Los acontecimientos en Argentina, Brasil y Venezuela parecen presagiar un cambio en el derrotero político del Mercosur. Aquellos cambios incluyen la derrota del kirchnerismo en Argentina, el juicio político contra la presidente Dilma Rousseff en Brasil, y la situación en Venezuela.

Los acontecimientos en Argentina, Brasil y Venezuela parecen presagiar un cambio en el derrotero político del Mercosur. Aquellos cambios incluyen la derrota del kirchnerismo en Argentina, el juicio político contra la presidente Dilma Rousseff en Brasil, y la situación en Venezuela.

Las nuevas circunstancias parecen anunciar la transición de un período dominado por las fantasías ideológicas del progresismo, a un enfoque más realista fundado en la defensa del interés nacional bien entendido y la apertura al mundo exterior.

En este escenario nuestro país está dividido en dos grandes corrientes.

Una de ellas incluye desde las visiones que propugnan dejar el Mercosur y abrirnos solos, hasta las perspectivas más pragmáticas partidarias de conseguir que el Mercosur sea más flexible y negocie acuerdos comerciales con otros países o hacer acuerdos regionales. Los partidarios de esta última tesis recuerdan que la Decisión 32/2000 del Mercosur reafirma “el compromiso de los Estados Partes del Mercosur de negociar en forma conjunta acuerdos de naturaleza comercial con terceros países o agrupaciones de países extrazona en los cuales se otorguen preferencias arancelarias”.

En la otra corriente se encuentran los nostálgicos de las políticas económicas de “desarrollo hacia adentro” que tanto bien nos hicieron hace décadas, quienes se aferran al lema de “más y mejor Mercosur”.

Uno de los primeros hechos que demostrarán si realmente se ha producido un cambio en la política exterior del Mercosur será la evolución de su relacionamiento con la Alianza del Pacífico.

La Alianza del Pacífico data de 2011 e incluye a cuatro países latinoamericanos: México, Colombia, Perú y Chile. Acercarse a ese acuerdo es importante por varias razones, incluyendo que esos cuatro países suman una población total de 217 millones de habitantes, que pueden servir de trampolín para entrar a los mercados del Pacífico y podrían ayudar a nuestros países, sobre la costa del océano Atlántico, a acercarnos al poderoso Acuerdo Trans-Pacífico de Cooperación Económica.

La Alianza ha fomentado la adhesión de países con el estatuto de observador. Hoy estos incluyen siete países asiáticos (entre ellos China y la India), Australia y Nueva Zelanda, quince países europeos y once latinoamericanos. Entre estos últimos se encuentran Paraguay y nuestro país (Uruguay solicitó el ingreso en el 2012).

En esta lista llaman la atención ciertas ausencias. Argentina, Brasil y Venezuela no tienen siquiera el estatuto de observador. Los kirchneristas se oponen a la Alianza del Pacífico. Brasil ha hecho otro tanto. En nuestro país, varios sectores del Frente Amplio opinan que la Alianza y el Mercosur son bloques en pugna porque los primeros tienen acuerdos de libre comercio con los Estados Unidos.

El nuevo ministro de Relaciones Exteriores brasileño, José Serra, mencionó entre sus prioridades un rápido acercamiento a la Alianza del Pacífico. En la Argentina, el gobierno del presidente Macri sigue el mismo camino. La canciller Susana Malcorra dijo a La Nación: “Hay un claro objetivo del presidente de empezar a trabajar arduamente en una alianza real con los países del Pacífico y unir esas voluntades con las del Mercosur”.

En los próximos meses veremos si esas declaraciones se transforman en hechos verdaderos y concretos.

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Juan Oribe Stemmer

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