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Democracia en peligro

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Juan Oribe Stemmer
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El Parlament catalán aprobó una moción que propone declarar la independencia de Cataluña en forma unilateral, e iniciar un proceso constituyente cuyo objetivo es conducir a la redacción y aprobación de la constitución de la república. La moción fue aprobada en votación secreta, por setenta votos a favor, diez en contra y dos abstenciones. La votación fue en secreto para evitar las inminentes acciones penales. Se habían ausentado de la sala los diputados del Partido Socialista de Cataluña, el Partido Popular y de Ciudadanos.

Han sido defraudados quienes esperaban que, a último momento y en un arranque de sensatez, los independentistas elegirían una solución de compromiso que evitase que el Gobierno español aplicase el artículo 155 de la Constitución.

Poco después, el Senado español considerando la "extraordinaria gravedad en el incumplimiento de las obligaciones constitucionales" de la decisión del Parlament catalán, aprobó autorizar al Gobierno la aplicación del artículo 155 de la Constitución para restaurar la legalidad constitucional en Cataluña. La votación fue de 214 favor, 47 contra y una abstención. Votaron a favor los tres principales partidos nacionales: Partido Socialista Obrero Español, Partido Popular, y Ciudadanos.

La aplicación de esa norma constitucional tiene no solamente el fin de mantener la unidad de España, tutelando así el principio fundamental de solidaridad entre todas sus regiones, sino también recuperar la democracia en Cataluña.

Es revelador que los independentistas no hayan aceptado convocar a elecciones en Cataluña como parte de un compromiso para evitar la aplicación del artículo 155.

Esa decisión, de no someterse al veredicto de las urnas en una elección realizada según todas las reglas y con todas las garantías, y en la cual podrían haber participado todos los partidos políticos, revela la esencia totalitaria de ese movimiento.

En octubre, el escritor y filósofo Fernando Savater y la miembro del Parlamento Europeo, Maite Pagazaurtundúa, convocaron a un grupo de universitarios e intelectuales españoles para emitir una carta a la comunidad internacional donde exponían una serie de reflexiones sobre el proceso catalán.

A pesar de que la "realidad social catalana, negada por el nacionalismo, es plural", durante décadas una "espiral de silencio" ha ocultado y callado a la mitad de los catalanes que no están de acuerdo con la independencia. No sólo los empresarios tienen miedo. También los profesores, los jueces y muchos ciudadanos que temen expresar sus ideas en público, niños son acosados en las escuelas. Muchos catalanes que no son partidarios de la independencia enfrentan el dilema entre callar y traicionar a la Constitución o emprender el exilio.

Una de sus reflexiones es que España merece ahora "el respaldo internacional para no ceder al chantaje y preservar la legalidad en Cataluña frente a quienes cantan en las manifestaciones que las calles serán siempre nuestras". Y agrega: "los secesionistas anteponen las imágenes de movilización en las calles a la aritmética parlamentaria y a la ley; y es un riesgo evidente para cualquier democracia".

No debemos permitir que la calle, el poder de la multitud, desplace al parlamento y la Constitución, el poder de la razón, es una advertencia que también se aplica en otros países.

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