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Ser rico es placentero; ser pobre no lo es. Llegar a rico es un camino de satisfacción, caer a pobre es traumático.

El Uruguay del año 2015 es más rico que el Uruguay del 2000. De esto no cabe la más mínima duda. El PBI ha tenido un crecimiento espectacular en el curso de los últimos años. Esto, como es natural, produce grandes satisfacciones. Las produce tanto en los particulares como en los gobernantes.

Algunos ricos encuentran su mayor gratificación en gastar (llámele consumo o como quiera). En este mundo y en esta época el sello del rico, su diploma por así decirlo, está en el nivel del gasto. (En otros tiempos fue el ahorro; ahora es el gasto).

El Uruguay entero luce muy consciente de su reciente status de rico. Poco se reflexiona sobre el camino o los procesos a través de los cuales hemos llegado a este estado. Veamos.

Hay sectores del país que se han enriquecido porque producen más y mejor que antes. Es el caso, por ejemplo, de los productores agrope

Ser rico es placentero; ser pobre no lo es. Llegar a rico es un camino de satisfacción, caer a pobre es traumático.

El Uruguay del año 2015 es más rico que el Uruguay del 2000. De esto no cabe la más mínima duda. El PBI ha tenido un crecimiento espectacular en el curso de los últimos años. Esto, como es natural, produce grandes satisfacciones. Las produce tanto en los particulares como en los gobernantes.

Algunos ricos encuentran su mayor gratificación en gastar (llámele consumo o como quiera). En este mundo y en esta época el sello del rico, su diploma por así decirlo, está en el nivel del gasto. (En otros tiempos fue el ahorro; ahora es el gasto).

El Uruguay entero luce muy consciente de su reciente status de rico. Poco se reflexiona sobre el camino o los procesos a través de los cuales hemos llegado a este estado. Veamos.

Hay sectores del país que se han enriquecido porque producen más y mejor que antes. Es el caso, por ejemplo, de los productores agropecuarios. Allí ha estado la base principal del aumento fabuloso del PBI.

El sector se ha expandido -se ha tecnificado, ha invertido, ha aplicado tanto cabeza como sudor- al impulso de la suba de los precios de aquello que produce. Ahora bien, en la medida en que esos precios dejaron de subir y ni siquiera son lo que eran antes, esos productores se están dando cuenta que el nivel de riqueza a su alcance llevará el mismo destino.

Pero existen otros sectores, que también se enriquecieron, en los cuales el proceso de hacerse ricos no estuvo vinculado a mayores precios, a nuevos o mejores productos, a nuevas técnicas de producción, nuevas formas de gestión o inversiones. Se trata de sectores que abarcan mucha gente. Los trabajadores sindicalizados aumentaron sus ingresos sin hacer nada diferente de lo que hacían antes: sus ingresos crecieron como consecuencia de la acción sindical. Los empleados públicos, sin hacer nada mejor ni mucho más, consiguieron por vía política una mejora en sus ingresos: tuvieron lo que se llama recuperación salarial por encima de la inflación y de cualquier pérdida anterior de la que hubieran de recuperarse.

Pero sobre todo el gobierno de estos años fue quien se sintió más rico y como los ricos de este siglo encontró su disfrute (o su realización) gastando. El gobierno que termina estos días gastó y gastó sin ton ni son. No me refiero a lo que directamente perdió por incapaz (Pluna, Ancap, Alur etc.) sino a lo que gastó por encima de los abundantes y crecientes ingresos que le llegaron vía recaudación fiscal en mérito al aumento del PBI.

El gobierno gastó todo eso que era una montaña de dinero y encima gastó más: se endeudó, abrió un déficit fiscal por encima de las metas que él mismo se había fijado y que asustó tanto al gobierno entrante que lo obligó a precipitar un urgente ajuste fiscal vía tarifas públicas.
Al Uruguay le ha sido relativamente fácil llegar a ser rico en este nivel actual de riqueza. Todos nos regocijamos y nos felicitamos mutuamente por esa nueva condición.

Pero esta riqueza llegó sin que el gobierno la trajera y se va a ir sin que el gobierno la pueda retener. El ethos, la filosofía política íntima del partido que lleva varios períodos en el gobierno es la del reparto, no la de generación de riqueza.

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Juan Martín Posadas

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