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Después de muchos años

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Después de tantos años, por fin se han restablecido las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba. Es beneficioso para ambas partes.

Después de tantos años, por fin se han restablecido las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba. Es beneficioso para ambas partes.

Se trata de un galardón bien ganado, tanto por Raúl Castro, aunque no necesita de aprobaciones parlamentarias, como de Obama, que ha sostenido dura lucha para superar el obtuso y prolongado empecinamiento de los Republicanos (casi tan negativos y a la retranca como acá los diputados del MPP).

Pocas medidas de la generalmente torpe política exterior americana han tenido tan poco resultado como la ruptura de relaciones y el embargo comercial con Cuba. En todo caso sirvieron para lo opuesto de lo previsto: le dieron una excusa al régimen de los Castro por los cincuenta años de escasez y pobreza para el pueblo y una justificación para suprimir libertades y derechos.

¿Cómo recibió este suceso la izquierda uruguaya? Está calladita pero uno puede suponer que, resignada y curada de espanto a esta altura, va a tragarse todo comentario de ver el pabellón de Estados Unidos flameando en el Malecón de La Habana. Desde hace añares y hasta ahora, las figuras importantes del Frente Amplio y las que aspiran a serlo han hecho viajes de devota peregrinación al santuario de Fidel (Mujica y Vázquez el año pasado nomás). Pero salvo los muy ignorantes todos los demás saben que hoy solo es rutina o hipocresía, en porciones equivalentes.

Por lo que se ha oído, el cubano común ha tomado positivamente esta decisión tan postergada. Todos -parece- esperan beneficios. La gente más joven, según testimonio de viajeros habituales a la isla, está harta de la reproducción obsesiva del discurso revolucionario, está molesta por la escasez y quiere poder salir del pasado. Los más viejos están algo perplejos, no sólo por ver el restablecimiento de relaciones diplomáticas con el propio demonio sino por constatar que las promesas revolucionarias de antaño son hoy tan promesas como el primer día. Pero todos esperan un futuro mejor.

Más allá de fronteras ideológicas el cubano, que es por naturaleza afectuoso y querendón, tiene cariños y afectos lejanos pero que se entrecruzan en ambos sentidos sobre las aguas del Caribe. Estados Unidos era el enemigo, acusado por el régimen de ser el causante de todos los infortunios pero, a la vez era el lugar donde vivían más cubanos que en La Habana. La guía telefónica de Miami tiene los mismos nombres que la de la Habana: se trata de parientes, lejanos o cercanos, amigos, conocidos o ex vecinos. La Cuba del exilio abomina de Fidel Castro y los de la isla abominan de los gusanos pero, por debajo de la política, hay lazos de sangre, de recuerdos y de intereses.

Sumado a esto hay un hecho económico indiscutible y que se entreteje con situaciones humanas y sociales evidentes. El principal ingreso de Cuba son las remesas que mensualmente envían los cubanos desde Miami. Ahora vendrá más dinero para revitalizar la economía y mitigar la escasez.

Es una suerte que se hayan movido posiciones antes tan rígidas y se le haya desconectado el prestigio insensato del que gozaron (de ambos lados). Es bueno para Cuba y bueno para Estados Unidos. Espero que también termine siendo bueno para Uruguay, para que no nos aburran más con mentiras heroicas y para que caduquen definitivamente todos los planes de venta de tranvías y buzones.

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Juan Martín Posadas

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