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Tal cual es

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Juan Oribe Stemmer

Es oportuna, en más de un sentido, la nueva edición de "El Uruguay Internacional" de Luís Alberto de Herrera. La publicación, una iniciativa del Instituto Manuel Oribe, fue presentada en un acto donde hicieron uso de la palabra el nieto del autor, el ex presidente Luis Alberto Lacalle y dos ex cancilleres de la República: Sergio Abreu y Héctor Gros Espiel. Un justo homenaje al autor.

El libro apareció en 1912. Para ese entonces, Herrera, que había nacido en 1873, ya había publicado "Por la Patria" (en 1898), "Desde Washington" y "Labor Diplomática en Norte América" (1904 y 1905 respectivamente), los dos tomos de "La Diplomacia Oriental en el Paraguay" y "La Revolución Francesa y Sudamérica" (1910). "El Uruguay Internacional", entonces, es una obra madura y meditada que refleja la intensa vida de su autor.

El libro, escrito en momento especial de las relaciones en la cuenca del Plata, insiste sobre el valor del sistema fluvial que vertebra nuestra región, y especialmente, la importancia del Río de la Plata.

Recuerda que "un pueblo con mar no es pequeño" y escribe que después de los redentores de carne y hueso, a la par de ellos,...aparece también libertador este generoso Río de la Plata que nos abraza y nos protege.

No es sorprendente, entonces, que las diferencias de opiniones con nuestros vecinos, sobre la jurisdicción de cada país en ese curso de aguas compartido, sean uno de los temas centrales de la obra.

Apenas seis años antes, en 1906, el ministro de Relaciones Exteriores de la República Argentina, Estanislao Zeballos, había expuesto su tesis de que el Uruguay solamente ejercía soberanía sobre las aguas del Río de la Plata hasta la línea de las mareas más bajas.

Pero, como bien lo destaca Herrera en su libro, la práctica de las cancillerías de los dos países reconocía que las aguas del Río de la Plata eran comunes a los dos ribereños.

Algunas de las críticas más agudas y definitivas de las fantasías geopolíticas de Zeballos provinieron de la misma Argentina (como el discurso del Ing. Emilio Mitre en el Congreso argentino).

Quizás Herrera fue demasiado severo con el Protocolo Ramírez-Sáenz Peña, de enero de 1909.

Pero también es cierto, que los dos países recién consiguieron llegar a un acuerdo definitivo sobre el estatuto jurídico del Río de la Plata entre los años 1961 (Declaración conjunta sobre el límite exterior del río) y 1973 (Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo).

Otro tema central, sin duda vinculado con el anterior, es la dinámica de las relaciones internacionales en el mundo real. Herrera advierte que en materia diplomática la fraternidad es un concepto vano que ninguna nación seria invoca para guiar su acción exterior.

Destaca el significado inquietante, para los débiles, de las vecindades enormes.

La "elemental previsión" continúa, "aconseja a las naciones ganar su destino por su esfuerzo, pedir vigor a los propios sentimientos, evitar, dentro de lo discreto, el auxilio interesado de sus linderos".

Hoy seguramente nos advertiría acerca de los auxilios y bondades de los no tan linderos…

La visión de Herrera continúa siendo vigente en lo fundamental. Las formas pueden cambiar, pero la cruda esencia de las relaciones internacionales en el mundo tal cual es, permanece.

El gran desafío es ver esa realidad y actuar en consecuencia.

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