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Un relato con historia

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La ganadería uruguaya sigue siendo la actividad económica que produce más riqueza a lo largo de la cadena, la de mayor multiplicador de empleo, la que más exporta si le sumamos cueros y subproductos y la que tiene mayor ponderación en el consumo local de alimentos. Sin embargo, en las últimas dos décadas, la lenta pero consistente mejora de los mercados y los precios, incentivó un notable crecimiento de los granos, la lechería y la forestación. La canasta de exportaciones que hasta hace pocos años, se componía casi exclusivamente por carne, lana y cueros, se diversificó y va camino de invertir las proporciones. Nuestra historia económica que tuvo como pilar fundamental a la ganadería, está cambiando de manera irreversible. La tierra y los recursos humanos, están siendo reasignados hacia negocios de mayor productividad que compiten ventajosamente con la ganadería, debilitando su futuro.

La ganadería uruguaya sigue siendo la actividad económica que produce más riqueza a lo largo de la cadena, la de mayor multiplicador de empleo, la que más exporta si le sumamos cueros y subproductos y la que tiene mayor ponderación en el consumo local de alimentos. Sin embargo, en las últimas dos décadas, la lenta pero consistente mejora de los mercados y los precios, incentivó un notable crecimiento de los granos, la lechería y la forestación. La canasta de exportaciones que hasta hace pocos años, se componía casi exclusivamente por carne, lana y cueros, se diversificó y va camino de invertir las proporciones. Nuestra historia económica que tuvo como pilar fundamental a la ganadería, está cambiando de manera irreversible. La tierra y los recursos humanos, están siendo reasignados hacia negocios de mayor productividad que compiten ventajosamente con la ganadería, debilitando su futuro.

En estos días, la ganadería expone uno de sus más antiguos conflictos. El mismo radica en los frágiles equilibrios mercantiles que tienen lugar entre los diferentes eslabones de la cadena. Si hay más ganado y no se tuvo la precaución de disponer de más pasto, los precios del ganado bajarán. Esto está ocurriendo, a pesar del buen estado de los campos, resultante de un verano muy llovedor, aunque la proximidad del invierno nos acerca a lo inexorable. Si los frigoríficos han previsto que aumentará la oferta de ganado para faena, regularán la misma para "represar" el ganado y trabajar con márgenes más cómodos. No hay conspiraciones, solamente racionalidad para enfrentar los sucesos.

En el pasado estos desequilibrios dieron lugar a ciclos ganaderos que recientemente se atenuaron por una fuerte ampliación de la capacidad de faena y por la exportación en pie. Hoy se repiten los ciclos. Los invernadores consideran que los frigoríficos deberían pagar más y los criadores pretenden vender mejor sus terneros. Los desencuentros se multiplican. Los gobernantes buscan algún rédito pero no van más allá de discursos y consejos. Ya es tarde para intervenir sin empeorar la situación. La frustración de expectativas desalienta las inversiones, acentuando las tendencias. Más adelante, las capacidades ociosas favorecerán la recomposición de las existencias y luego de la faena.

Renace la inquietud por comparar la ganadería con las cadenas que son capaces de mantener los equilibrios entre los eslabones a través de estrategias en las que todos ganan. Las diferencias se suelen atribuir a la moralidad y las intenciones de los actores. Sin embargo, es al revés.

Las características del producto y de los mercados, dan lugar a los desequilibrios que a su vez favorecen comportamientos en los cuales el beneficio de una parte se hace a costa de la otra parte. Muy diferente de los negocios "ganar y ganar". Al conjunto de amenazas a la ganadería, se suma el desaliento proveniente de las políticas macroeconómicas que favorecen rubros de menor productividad que no deben competir en el mundo, a costa de las actividades más productivas que exportan. Tampoco se mejora la infraestructura o se hacen competitivas las tarifas de las empresas públicas. Ni tampoco es desdeñable la permanente búsqueda de maneras de aumentar impuestos a cuento de mejorar la equidad, cuando en realidad se penalizan los negocios que más emplean y los que más han mejorado las remuneraciones.

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Joaquín Secco García

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