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El olor del pescado

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Copetines bien nutridos, autos de gentileza para candidatos, viajes y recepciones glamorosas, créditos bancarios incobrables, un avión viejo y con generoso sobreprecio a enchufar a la Presidencia, avales truchos, caballero de la derecha que remata aviones y almuerzo posterior con caballero de la derecha junto al empresario buquebusero y el ministro de Economía.

Copetines bien nutridos, autos de gentileza para candidatos, viajes y recepciones glamorosas, créditos bancarios incobrables, un avión viejo y con generoso sobreprecio a enchufar a la Presidencia, avales truchos, caballero de la derecha que remata aviones y almuerzo posterior con caballero de la derecha junto al empresario buquebusero y el ministro de Economía.

Empresario omnibusero y además con cargo de asesor del presidente, según él, por ser amigo y compartir la caña de pescar, beneficiario de enorme subsidio público como contrapartida al pésimo servicio que brinda su empresa Cutcsa. El auto que le regaló a Vázquez para su asunción, la comentada Fordson, ya está amortizado con creces. Banda presidencial privada colocada en pecho de presidente público y pagada por el empresario pesquero. Préstamos del BROU a fondo perdido, dados al costurero de la banda presidencial, es decir, al empresario pesquero y fundido.

Fiesta de asunción oficial del Presidente, pagada con colecta de empresarios (entre ellos el pesquero). Asados donde se conversaban temas de Estado, entre ellos licitaciones, obras, puertos, donde compartían mollejas crujientes y tiras de buena carne a punto, en el “quincho de Varela”, con Presidente, ministros y directores de Entes, con empresarios ávidos y proveedores del propio Estado.

Giras presidenciales para temas públicos gestionadas (y ¿pagadas?) por privados. Diputado, vecino y ahijado político de Mujica, que participa en intermediación de negocios con Venezuela y viaja nada menos que 85 veces a ese país, en un buen ejemplo de turismo político-comercial. En fin, una enorme vinculación de política y empresarios en los gobiernos frenteamplistas de los que seguramente y por lo menos algunos políticos, se fueron con el estómago lleno de saladitos. Empresarios con créditos bancarios, alguno con avales truchos, y otros incobrables, y muy buena información privilegiada a la que se accedía si se estaba en ese círculo de connivencia de políticos y empresarios progresistas (sobre todo para “progreso” propio). Es una nueva versión del socialismo a la uruguaya, que puso a varios dirigentes oficialistas a defender intereses privados amigos y dio por tierra con los viejos manuales del marxismo y su lucha de clases. Varios de estos empresarios bien que se prestaron con bastante indignidad al juego de someterse. Otros que no lo hicieron, perdieron.

Esto de Fripur es el paradigma. Un empresario que le prestaba el avión a Vázquez y Mujica y un lujoso auto, que llegó a privatizar un símbolo republicano como la banda presidencial, pagándola de su bolsillo, financiando buena parte de la fiesta de asunción de Mujica, mientras al mismo tiempo obtenía créditos del BROU que no pagaría. Es decir que al fin de cuentas, el bolsillo era de todos.

Y todavía nos tenemos que bancar un discurso ramplón que dice que la izquierda uruguaya defiende a los trabajadores. Empresarios ricos con empresas fundidas que dejan trabajadores en la calle, son algunos de estos que los 1° de mayo se juntaban con dirigentes sindicales a comerse un buen asadito presidencial, después de haber entonado con unción “La Internacional” en el acto del Pit-Cnt. Días pasados en una sesión del Senado, Lacalle Pou dijo que en el Frente Amplio había dirigentes que estaban hasta las manos con ciertos lobbies empresariales. Sí, hasta las manos.

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Javier García

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Javier García

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