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Macri por la positiva

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Ganó Macri y lo políticamente correcto obligaría a decir que es un tema de los argentinos. Será correcto, pero para los uruguayos decir eso también es infantil y hueco. Que ganara Macri o que lo hiciera el kirchnerismo a través de Scioli no era lo mismo. Esto último significaba seguir siendo perjudicados en nuestro comercio, nuestro turismo, nuestra navegación, empujados al delirio político que lidera el eje bolivariano encabezado por el presidente-pajarito, e ignorados en el Mercosur. Sin embargo ahora tenemos la esperanza de empezar a tener relaciones normales. Parece poco ambicioso ponerse contento por tener un vínculo con nuestro vecino que aspire, no ya a ser beneficioso, sino simplemente “normal”. Pero era tanta la patología de esas relaciones, que el aspirar a que se normalicen ya es una avance tremendo, radical.

Ganó Macri y lo políticamente correcto obligaría a decir que es un tema de los argentinos. Será correcto, pero para los uruguayos decir eso también es infantil y hueco. Que ganara Macri o que lo hiciera el kirchnerismo a través de Scioli no era lo mismo. Esto último significaba seguir siendo perjudicados en nuestro comercio, nuestro turismo, nuestra navegación, empujados al delirio político que lidera el eje bolivariano encabezado por el presidente-pajarito, e ignorados en el Mercosur. Sin embargo ahora tenemos la esperanza de empezar a tener relaciones normales. Parece poco ambicioso ponerse contento por tener un vínculo con nuestro vecino que aspire, no ya a ser beneficioso, sino simplemente “normal”. Pero era tanta la patología de esas relaciones, que el aspirar a que se normalicen ya es una avance tremendo, radical.

Frecuentemente, y no sin razón, se dice que el mejor ministro de Economía que tuvo el Frente Amplio fue el kirchnerismo en sus dos versiones. Fue tal el enfrentamiento que aquel gobierno tuvo con los sectores productivos, que divisas e inversiones cruzaron el Río de la Plata para encontrar acá su reposo. Pero eso es solo aparentemente bueno y además momentáneo, porque depende de la inestabilidad emocional de un presidente vecino y no de nosotros mismos y nuestras virtudes; depende de lo malo ajeno y no de lo bueno propio. Quizás las garantías jurídicas y políticas que se esperan del gobierno de Macri reviertan ese beneficio momentáneo del que nos beneficiábamos, pero ganaremos en estabilidad y en un mejor clima político con aquellos que están ahí, apenas abrimos la ventana. Es mucho mejor que gobierne gente seria y no una patota rentada llamada La Cámpora, nacida y ahogada en los efluvios del poder y el dinero estatal.

Vamos a tener encuentros y desencuentros con el gobierno de Macri, pero vamos a tener diálogo y no esta cosa enfermiza de estos años donde pasábamos de estar casi al borde de la guerra a pasar a mi “querido Pepe” de CFK, mientras nos metía una puñalada por la espalda bendecida por nuestro presidente que se deleitaba con el tuteo traicionero de la “compañera Cristina”, sin darse cuenta del frío cuchillo con hoja de acero en las entrañas.

Esta semana, pero aquí en Uruguay, Daniel Supervielle, lanzó su libro “Por la Positiva”, sobre la campaña de Luis Lacalle Pou. Gerardo Caetano lo presentó desde la distancia que da el no ser votante del Partido Nacional, apenas dos días después de las elecciones argentinas. Por encima de lo que dijo, que fue muy bueno, podía llamar la atención que se lo hubiera invitado a él a analizar el libro y no a un blanco, con los riesgos que tiene la crítica del adversario. Eso de que haya pensamientos diferentes con los que se pueda compartir una mesa y la política no sea una guerra, que se pueda debatir y criticar sin insultos, que haya más República y no más patota y corporaciones, fue también “la Positiva” de la campaña de Macri, como dijo en su discurso triunfal, para gobernar bien y “ahora”, (gobernar bien y gobernar ahora ¿se acuerdan de esa frase?), frente a la campaña por la negativa y de miedo kirchnerista. El camino elegido lo va a ayudar. Macri, como corresponde, va a defender los intereses argentinos y esperemos que aquí empiecen a defender los nuestros. Eso es lo normal y no la zalamería ideológica que nos entregó, de rodillas, durante años.

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Javier García

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