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La droga mata

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El título resume el camino final al que llevan las drogas. Alfredo Leuco, periodista argentino, lo usó esta semana y me parece gráfico. No hay que andar con mucha vuelta para decir algo que puede ser políticamente incorrecto pero científica y socialmente incontrovertible.

El título resume el camino final al que llevan las drogas. Alfredo Leuco, periodista argentino, lo usó esta semana y me parece gráfico. No hay que andar con mucha vuelta para decir algo que puede ser políticamente incorrecto pero científica y socialmente incontrovertible.

A muchos les quita la vida directamente, al contado, y a otros tantos se las quita en cuotas; los aleja, los aparta y los engaña, hasta que ya es tarde. Hablar contra las drogas, dicen los manuales de política práctica, es conservador. Lo “progresista” es ignorar que son un veneno letal y tener un discurso amigable hacia ellas. Lo que pasa es que proteger la vida, defender la salud, poner todos los recursos en atender la enfermedad que es la adicción y al que cae en ella, debería ser lo progresista y lavarse las manos y dejar que se mueran gurises por no decir las cosas por su nombre, es lo realmente reaccionario. Legitimar el arma que mata es de egoístas y de irresponsables.

El sábado pasado mataron a 5 jóvenes en Buenos Aires, uno era uruguayo. Los mataron con drogas sintéticas, de “diseño”. No son los primeros ni serán los últimos. Podían haber muerto aquí como otros lo han hecho, al contado y con porquerías que fabrican asesinos que ganan mucho dinero matando con sustancias. Hoy en Uruguay hay muchos a los que están matando en cuotas con esas mismas pastillas de droga sintética, que compran en sectores de buen poder adquisitivo o con otra porquería barata, hecha para los pobres, como la pasta base. El veneno es democrático. Todos vemos esto, sin embargo aquí el discurso políticamente correcto llevó a legalizar la marihuana, otra droga pesada que lastima y abre las puertas para otras sustancias, a pesar del buen marketing del que disfruta. El discurso oficialista y de moda fue legitimador, le bajó la percepción al terrible peligro de consumir.

La droga no recrea, la droga mata y no decirlo es asociarse por omisión a la muerte y dejar varados y sin ayuda a quienes las consumen. El silencio canchero o el afirmar que la droga por sí no mata es como gatillar un arma. Consumir es tan recreativo como jugar a la ruleta rusa con una pistola. La muerte no es un “accidente”, es inevitable, solo cuestión de tiempo.

En nuestro país con una pose seudoprogresista se mira con ojos simpáticos las manifestaciones de legalización, paradigma de algunos organismos internacionales y ONGs que lucran con esto.

Tolerancia Cero al alcohol con acierto para manejar, pero cuando proponemos lo mismo para la droga nos dicen que no se puede. Va en contra del discurso oficialista y simpático.

Hay que decir las cosas claras, no se puede mirar para el costado y dejar que el silencio se lleve a tantos chiquilines. Es con compromiso que se ayuda y no con silencio políticamente correcto, egoísta e hipócrita.

Lo que mata es la inmundicia letal que esos asesinos le dan a nuestros hijos y que se aprovecha del silencio de adultos que saben y no dicen nada y un discurso de moda con el paradigma de la legalización, que por quedar políticamente bien se calla. Se dice que la guerra a las drogas fracasó. Está a la vista que sí, por lo menos esta pelea que se dobla ante la tentación de hablar con palabras lindas que anuncian libertad pero terminan con ella, dejando a miles de jóvenes indefensos a la suerte de estos criminales. La droga mata y también el silencio y la hipocresía social y política.

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Javier García

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