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La doble moral

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JAVIER GARCÍA

Si el escándalo de Pluna se hubiera dado en un gobierno presidido por un blanco, a esta altura el FA ya habría incendiado el país y los ministros no podrían salir de sus casas. Seguramente esa cosa tan fascista de los escraches se repetirían en sus domicilios con políticos del Frente Amplio dando manija. ¿Sería posible que esta trama de ocultamientos, testaferros y connivencia entre ministros y un empresario, que como titiritero de todos ellos movía sus piezas, pasara sin que estos jueces de la moral reaccionaran virulentamente?

Nos han querido inculcar que la moral, las cosas bien hechas y la pureza administrativa venía de un solo lado, de los autoproclamados progresistas. Pertenecer a ese mundo era un salvoconducto ético. El bien de un lado y la corrupción del otro. Lo decían tantas veces que muchos lo creyeron. De ellos no se dudaba, esa era la naturaleza de las cosas. No pertenecer al FA era un demérito cultural en algunos ámbitos. Hicieron creer que aquellos que cometieron actos de corrupción en otros gobiernos mancharon irreversiblemente una larga historia de servicio público de sus partidos. Los dirigentes del FA se empeñaron en generalizar, siendo oposición, en que el virus de la maldad y el clientelismo, la connivencia entre la política y los empresarios y el mal uso de los dineros públicos era una cosa que hacían otros y del que estaban liberados los autoproclamados progresistas. No sucedería nunca más con la llegada del FA. Eran los redentores de la República.

Pero resulta que aparecieron los escándalos en los casinos municipales con negocios políticos-empresariales y el Cisne blanco y puro se manchó. Y luego empezaron las dudas en licitaciones públicas, como en UTE que ahora se investigan, dónde la trama político empresarial se denuncia. El Cisne es blanco, pero ahora de cuello negro.

Y más tarde, por hablar solo de lo más notorio, apareció Pluna y allí entre el "caballero de la derecha" y avales truchos más propios de conseguir en la Casa de los Chascos que en el Banco República, el Cisne mutó y ahora es un enorme Tigre, al cual ya parece no hacerle nada una mancha más.

Un pequeño productor o empresario, si pide unos pocos miles de dólares en el BROU deberá padecer un enorme calvario de requisitos que asegure que pagará el préstamo. Y esperará meses. Si se descuida le hacen una tomografía computada. Sin embargo aquí, telefonazo por medio del ministro Lorenzo a Calloia, el presidente del BROU, que destila soberbia, en dos horas otorgó a su sola voluntad un aval por 14 millones de dólares a un ignoto testaferro protagonista de segunda de una trama urdida por un empresario que suele conquistar amistades gubernamentales influyentes, que también consiguió entre los "puros".

No cualquiera llama al mediodía a un ministro de Economía y en media hora lo tiene sentado a su frente almorzando y haciendo negocios, como logró López Mena. Los favores se pagan.

Esto es un escándalo astronómico. Una trama de negocios, dinero y mentiras públicas y privadas. Las públicas son de este gobierno que se rasgaba las vestiduras, acusaba y enlodaba a los otros partidos y ahora, en este barro sucio y decadente justifica lo indefendible. Lo malo es malo no importa quién lo haga, ¿lo habrán aprendido?

La doble moral dejó al descubierto una triste moralina que acusaba a los demás, pero esconde y justifica la corrupción propia.

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