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Diálogo por seguridad

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El martes pasado nos reunimos, por séptima vez, convocados por el presidente en el llamado diálogo por la seguridad. El resultado de esa tarde fue muy uruguayo: tratamos dos temas y se crearon dos comisiones. Un problema, una comisión. Es decir que se salió de allí con ninguna solución.

El martes pasado nos reunimos, por séptima vez, convocados por el presidente en el llamado diálogo por la seguridad. El resultado de esa tarde fue muy uruguayo: tratamos dos temas y se crearon dos comisiones. Un problema, una comisión. Es decir que se salió de allí con ninguna solución.

Los dos temas son para el Partido Nacional centrales en la lucha para enfrentar la violencia y la inseguridad: el narcotráfico y el complejo tema de la minoridad infractora. Con respecto a este último la idea planteada el martes fue la de crear una comisión parlamentaria bicameral, que no tiene capacidad de legislar, multitudinaria, que la experiencia indica se reunirá meses y meses y difícilmente llegará a algo. No vemos que ese sea el camino.
El Partido Nacional fue con proyectos articulados: modi- ficar el Código de la Niñez y la Adolescencia abordando los tiempos de rehabilita- ción de los menores infractores que cometen delitos gravísimos para que sea efectiva. Pa-ra ello proponemos que se aumenten las penas mínimas y máximas en estos tipos penales. Planteamos mantener los antecedentes en los delitos gravísimos y por último abordar la responsabilidad de los adultos a cargo con nuevas modalidades que sirvan para prevenir conductas violentas. El presidente nos contestó que el diálogo que convocó no era el lugar porque teníamos diferencias. Obvio que las tenemos, son públicas y también es público que las políticas del gobierno en la materia fracasaron y por eso nos llamaron a esa mesa. La comisión es un entierro de lujo.

El otro tema: lucha contra el narcotráfico. Estas últimas semanas estamos presenciando cosas que nunca pensamos que sucederían aquí con enterramientos macabros y desapariciones seguramente como ajusticiamientos de narcos. Propusimos desde el Partido Nacional que el sistema político diera un mensaje claro: aquel que produce, trafica, comercializa, suministra, importa, exporta o financia el narcotráfico, cuando es apresado deberá cumplir penas graves, porque grave es el daño que causa en la sociedad. Actualmente las penas mínimas son de prisión, excarcelables. La respuesta oficialista es que solo están dispuestos a tipificar estos delitos con penas de penitenciaria cuando lo hagan personas agrupadas en organizaciones criminales, dejando afuera aquellas circunstancias en que sean delincuentes actuando por las suyas y también exceptuando, insólitamente, el tráfico interno. Quiere decir que la mayor parte de las veces las penas seguirán siendo débiles. Obviamente, que no falte, se creó una comisión con pomposo nombre que se sumará a la red de organizaciones burocráticas que con muchos asesores adornan los organigramas del Estado.

Los uruguayos vieron con buenos ojos que los partidos políticos nos juntáramos para buscar soluciones. Es frustrante que el resultado de tanta expectativa sea crear comisiones. Esperan decisiones, tomar el toro por las astas y no dar vueltas estériles diagnosticando un problema que es harto conocido. El presidente prometió un cambio de rumbo. Hasta ahora no se lo ve. “Su” rumbo fracasó. No es bueno que todo el sistema político se desgaste por inoperancia y por miedos ideológicos no resuelva con valentía. Estas cosas no se enfrentan con comisiones timoratas. Hasta ahora mucho diálogo y ningún cambio de rumbo. El presidente lo comprometió pero hasta ahora no cumplió. Esta es la realidad.

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Javier García

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