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El buen nombre

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Raúl Sendic pertenece a un partido que difamó a personas, las enchastró, y luego de revolcarlas por el barro, brindó por el daño hecho. El Frente Amplio utilizó la denuncia personal, la sospecha, la difamación y la falsificación de documentos, como hizo un exdiputado de triste recuerdo, para hacer política. Durante años un toldo cubrió a los partidos Nacional y Colorado, bajo él estábamos todos quienes militábamos allí y éramos señalados como corruptos por acción u omisión.

Raúl Sendic pertenece a un partido que difamó a personas, las enchastró, y luego de revolcarlas por el barro, brindó por el daño hecho. El Frente Amplio utilizó la denuncia personal, la sospecha, la difamación y la falsificación de documentos, como hizo un exdiputado de triste recuerdo, para hacer política. Durante años un toldo cubrió a los partidos Nacional y Colorado, bajo él estábamos todos quienes militábamos allí y éramos señalados como corruptos por acción u omisión.

Que existieron casos de corrupción en nuestras filas nadie lo oculta, fueron excepcionales, y además de recibir la sanción penal recibieron la expulsión de nuestro Partido Nacional. Incluso antes que la Justicia actuó el Directorio partidario. Son episodios dolorosos, pero estamos orgullosos de la reacción partidaria.

También pasó lo peor, la de muy queridos y honorables compañeros que sufrieron casi la muerte civil por la ofensa, la insidia y por la miseria humana de usar el apellido de una persona como cuchillo político.

Esta técnica es la escoria de la política. Me acuerdo de dos intachables hombres de honor: Polilla García Costa y Enrique Braga. Hoy descansan con la paz que les quisieron robar los compañeros de Sendic.

La política involucra a la familia de los políticos. Es difícil que en la mesa familiar de un dirigente la política no sea casi excluyente, y que en la escuela a sus hijos no les pregunten del papá o de su mamá política, y si lo que salió en la prensa es verdad. Todos sabemos que un titular en un medio lo leen miles, y luego los desmentidos son muy pocos. Ese barro mancha mucho más profundo que la piel, porque esta se lava. Al alma, donde está dirigido, es difícil de entrarle. La técnica de pegarle al honor de las personas es de lo peor de los regímenes y de los dirigentes más indignos. Es matar en vida, sin dejar huellas. Y esa fue la técnica utilizada durante años por dirigentes del FA y que Sendic aplaudía. Cada vez que hacían esto, un padre o una madre tenía que volver a su casa a explicarles a sus hijos que no era verdad lo que decían desde el partido del vicepresidente. Y estos iban a la escuela a recibir risas, ironías y a ser estigmatizados como los hijos del corrupto. No importa que no lo fuera, el FA ya había laudado su decisión de pena de muerte civil a su adversario. Y se iban a brindar nuevamente.

Ahora Sendic está viviendo una experiencia muy dura. Es obvio que pegarle a él es un regalo. Hizo todo lo necesario para ser el “mejor de la clase”. Un apellido mítico en el mundillo de la izquierda, una campaña meteórica y bien regada de llamativo dinero en la interna pasada, y un lugar que muchos de sus compañeros ven como fruto de esos laureles genealógicos y económicos. Pero hay una realidad, es el vicepresidente de la República por unos años más y tiene una familia.

En el Partido Nacional encontrará a sus adversarios, quienes denunciamos su escandalosa gestión en Ancap y recurriremos a la Justicia por ello.

Pero conocemos los límites éticos, humanos e institucionales, por eso no nos alegra el lío en que está metido. No haremos como él que disfrutó del ataque al honor ajeno. Si en cambio Sendic se pregunta dónde están sus enemigos, además de en sí mismo, que mire a sus compañeros del FA: es allí donde la detestable técnica maduró a tal punto de volverse contra el inventor.

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Javier García

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