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Balance de mitad de período

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IGNACIO MUNYO
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La semana que acaba de terminar dejó atrás la primera mitad del actual período de gobierno. Si pasamos raya: ¿qué nos dejó? ¿Cuál es el balance hasta la fecha?

Empecemos por el activo, por lo que suma, que no es menor. Tenemos una actividad económica que se despertó de la siesta: el PBI está creciendo a tasas en torno al 3% anual luego de haber estado completamente estancado entre diciembre 2014 y marzo 2016. Y, de acuerdo con nuestras proyecciones, el crecimiento será de 3,5% cuando cerremos este año y de 2,7% cuando cerremos el año que viene. El consumo se fortalece, por ejemplo, las ventas mensuales de autos que habían caído 20% entre fines de 2014 y mediados del año pasado hoy ya recuperaron toda la caída.

Algunos podremos sostener que este rebrote del crecimiento responde a un contexto externo global (tasas de interés y precios de alimentos) y regional (recuperación de Argentina y Brasil) que volvió a ser favorable para nuestro país. También nos podremos preguntar si es sostenible en el tiempo. Pero la realidad indica que estamos creciendo.

No hay que dejar de ser optimistas; hay todavía una agenda pendiente para potenciar el desarrollo del país.

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Al mismo tiempo la inflación que estaba por encima del 10% a mediados del año pasado hoy se redujo a la mitad, y desde marzo está adentro del rango objetivo del Banco Central.

Algunos podremos decir que la baja en la inflación se explica por la caída del dólar observada en el último año y que el partido se juega cuando el dólar empiece a subir. Pero la realidad indica que el poder de compra de los salarios sube de forma significativa.

También es un rubro del activo la situación financiera. Uruguay cuenta con recursos para enfrentar todos los vencimientos de deuda de corto plazo, en el caso muy poco probable de que no fuera posible acceder al refinanciamiento a tasas razonables en los mercados financieros internacionales. Tenemos un buen colchón de reservas internacionales excedentes. También tenemos una línea de crédito a tasas muy bajas ya aprobada con organismos multilaterales, en caso que las tasas de interés internacional suban.

El sistema bancario está sólido. Tanto el BROU como los bancos privados cuentan con elevados niveles de liquidez, bajos niveles de morosidad y una capitalización muy por encima de lo requerido por una regulación alineada a los estándares más exigentes a nivel internacional.

Mantenemos un grado adecuado de dolarización de la deuda pública y privada. Por lo tanto, a diferencia del pasado, tenemos la posibilidad de que el impulso competitivo asociado a una potencial suba del dólar no sea compensado por mayores costos financieros como consecuencia de la revalorización de las deudas en dólares.

Por el lado del pasivo, lo negativo, tenemos una situación de atraso cambiario que se lleva toda la rentabilidad del sector productivo. Según nuestro cálculos, estamos hoy un 15% más caro que lo que deberíamos según los fundamentos de la economía uruguaya. Si bien con Argentina estamos en niveles de paridad cambiaria, estamos 30% más caros que Brasil y 20% que el resto del mundo.

Tengamos presente que no tenemos antecedentes de salida de atraso cambiario sin crisis. Las devaluaciones del 82 y 2002 hicieron el ajuste, pero al mismo tiempo arrasaron con el tejido social con el colapso de los salarios. Afortunadamente, ahora no están dadas las condiciones para que la historia se repita. Tenemos que saber que un proceso saludable de abaratamiento con respecto a los socios comerciales es un gran desafío. Para empezar, lleva tiempo y por más que le busquemos la vuelta, es inviable si no se reduce el gasto público.

Así el actual nivel de gasto público se trasforma en un pasivo. El gasto público creció 90% en términos reales en la última década mientras que la economía creció un 60%. Y a pesar del enorme esfuerzo del equipo económico, el gasto público no ha dejado de crecer desde que asumió el gobierno.

Otro rubro negativo del balance es el empleo. Hoy tenemos 40 mil puestos de trabajo menos que a fines de 2014. Estamos observando un crecimiento del PBI impulsado por sectores que contratan poca mano de obra. Eso es lo que se observa. La pregunta relevante es ¿por qué pasa esto? Creo que la explicación viene por una combinación de dos factores que presionan hacia el mismo lado: atraso cambiario y robotización. Con los niveles actuales de rentabilidad casi no hay empresarios que estén evaluando contratar mano de obra. A esto se le suman los avances astronómicos en automatización que son cada vez más eficientes y accesibles. Es difícil pensar en una recuperación sostenida del empleo sin algunos retoques en la regulación laboral.

Y, finalmente, los rubros más grandes del debe en el balance. Aquellos que condicionan las posibilidades futuras de desarrollo de nuestro país y en los que tenemos una agenda pendiente. Hay varias áreas que necesitan reformas pero hay dos en las que se nos va la vida: educación e inserción internacional.

Hace rato que sabemos que más de la mitad de los uruguayos que está ingresando al mercado de trabajo no puede cumplir tareas complejas, no puede desempeñarse más allá de seguir al pie de la letra una serie de instrucciones ordenadas. Seguimos sin respuestas ante un sistema educativo que está condenando a generaciones enteras. En un mercado de trabajo del futuro donde reina la incertidumbre, la única certeza que tenemos es que nuestro sistema educativo nos está dejando desnudos.

Pasa el tiempo y seguimos sin avances en inserción internacional. Esperaremos a las elecciones de Brasil del año que viene para saber si es viable que el Mercosur nos permita avanzar en una agenda de apertura de mercados que el país necesita como agua fresca. No hay misterio, los datos son contundentes. El 80% de los países que escalaron posiciones relativas en desarrollo humano en los úl-timos 20 años lo hicieron abriendo la economía. Es vital centrar el debate de nuestra inserción internacional. Si tuviéramos claro todo lo que estamos perdiendo no debería ser tan difícil.

En definitiva, cuando se pasa raya y se mira lo que dejó la primera mitad del gobierno se ven luces y sombras. Cuando se mira lo que resta no hay que dejar de ser optimista. Hay una agenda pendiente para potenciar el desarrollo del país. Es justo presionar y esperar avances. El país los necesita.

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