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Mucho está en juego

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Nuestro país está necesitando que se tomen acciones muy en serio de protección de la salud pública, en materia de alimentación infantil.
En el año lectivo que comenzará muy pronto debería aplicarse la nueva ley que promueve una alimentación saludable en los centros educativos de todo el país.

Nuestro país está necesitando que se tomen acciones muy en serio de protección de la salud pública, en materia de alimentación infantil.
En el año lectivo que comenzará muy pronto debería aplicarse la nueva ley que promueve una alimentación saludable en los centros educativos de todo el país.

Como ha enfatizado su impulsor, el médico y diputado Javier García, la norma procura implantar una nueva cultura, generadora de hábitos de alimentación sana, que ayude a contrarrestar los factores de riesgo, que provocan siete de cada diez muertes que ocurren en la población uruguaya.

Las cifras demuestran que esa es la proporción de personas que enferman o mueren de enfermedades crónicas no transmisibles (cardiovasculares, cáncer, cerebrovasculares, diabetes) cuyo principal factor de riesgo es la mala alimentación.

Hasta ahora lo habitual es que muchos alimentos producidos con altos contenidos de grasas saturadas, ácidos grados de tipo trans, azúcares libres y sal están a diario al alcance de los niños, incluyendo a escuelas, colegios y liceos -y zonas de influencia. De hecho suelen formar parte de la dieta regular de ellos, situación provocada por malos hábitos de alimentación e incluso por efecto de avisos publicitarios en los medios de comunicación.

Una de las consecuencias más notorias es el incremento sostenido de casos de sobrepeso y obesidad infantil. Esta situación conduce a la aparición de hipertensión arterial, colesterol alto y diabetes en edades muy temprana. De hecho el 20% de las consultas médicas de niños es por exceso de peso.

Hay que tomar acciones de inmediato, tanto en lo que tiene que ver con la brusca reducción de estos alimentos al niño, como con su promoción a través de una publicidad.

Con la aprobación de la nueva ley queda prohibida la presencia en centros de enseñanza de alimentos perjudiciales, así como la realización de publicidad. Pero su aplicación y puesta en marcha depende de la reglamentación que aún está elaborando el Ministerio de Salud Pública.
Desde luego, la eliminación de la ingesta de sustancias que puedan ser nocivas para la salud de los niños y jóvenes (especificadas en el nuevo plan nacional de alimentación saludable en los centros educativos) también necesita del compromiso que asuma la familia en el seno de los hogares. En ese sentido la labor educativa en las casas de estudio probablemente tendrá además un impacto sobre familiares distraídos o renuentes a mejorar esos aspectos de la dieta, a través de comentarios de los chicos.

Cambiar hábitos siempre es muy difícil. En especial en este caso, porque los patrones de alimentación han ido cambiando desfavorablemente.
Se trata de productos preparados para gustar y saborear, de mucho arraigo en la sociedad, y que se consumen habitualmente tanto en el hogar, como en reuniones sociales, espectáculos públicos, clubes y centros educativos. De ahí la importancia que tiene lograr un amplio compromiso de la sociedad para modificarlo lo más rápido posible.
Este plan debe verse como una gran inversión a favor de la salud pública, especialmente pensando en un segmento de la sociedad muy vulnerable, por estar en etapas de desarrollo y crecimiento.

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Hernán Sorhuet Gelós

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