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La amenaza climática

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Aunque para algunos pueda sonar exagerado y extremo, las evidencias científicas y las proyecciones realizadas por los mejores investigadores del mundo, señalan que la amenaza climática es lo suficientemente real y peligrosa como para sacudir las propias bases de todas las sociedades.

Aunque para algunos pueda sonar exagerado y extremo, las evidencias científicas y las proyecciones realizadas por los mejores investigadores del mundo, señalan que la amenaza climática es lo suficientemente real y peligrosa como para sacudir las propias bases de todas las sociedades.

Si no actuamos con decisión, rapidez y coordinación, seguramente habrá costos sociales, políticos, ecológicos, económicos y culturales de proporciones desconocidas.

Por esta razón es tan importante que sea un éxito la Cumbre de Cambio Climático a realizarse en diciembre en París (COP 21).

Lo que ya no se discute es que está en marcha un calentamiento global de la atmósfera, provocado por la humanidad a un ritmo desconocido, y que para revertir este proceso hay que modificar el paradigma de desarrollo basándolo en economías bajas en carbono. Decirlo resulta sencillo, pero realizarlo no.

Es una tarea titánica que requiere de la participación de todos, aunque con responsabilidades diferenciadas. Pero hay que convencerse de la gravedad de la situación para luego actuar.

La semana pasada se realizó en Montevideo el II Simposio Regional sobre Cambio Climático y Toma de Decisiones organizado por la Unesco y la Fundación Avina. Funcionó como un espacio de reflexión y diálogo multisectorial sobre tres ejes temáticos: la relación de la ciencia y la política; cómo se logra integrar “lo climático” a los procesos de toma de decisiones, y cuáles deberían ser los diseños institucionales para integrar el cambio climático en las política pública.

Apenas se pudo arañar la superficie de asuntos tan complejos en solo dos jornadas de trabajo, pero quedó clara la necesidad de incorporar el reto del cambio climático en la toma de decisiones de los actores del sector público, privado y de la sociedad civil.

Entre los temas importantes que se plantearon se insistió en que la información pertinente y de calidad se ha vuelto un valor esencial para el cambio buscado. El desafío más grande es cómo lograr la mejor selección, y ponerla a disposición de los diversos actores sociales. En la actualidad a los diferentes colectivos se les hace muy difícil comunicarse, entenderse y cooperar entre sí, para afrontar desafíos globales como el cambio climático. Se necesitan nuevos editores que puedan interpretar lo que está ocurriendo, comprender las necesidades locales y, recién entonces ser capaces de contribuir a instalar esos temas en la consideración social y política. Tomemos en cuenta que hasta ahora esta labor se ha centrado más en informar lo malo que está ocurriendo, y no tanto lo que habría que hacer y cuáles son los valores a promover. Sigue siendo más sencillo afrontar un problema ya instalado que organizarnos para enfrentar una probabilidad problemática que podría suceder a mediano o largo plazo. Otro aspecto que se debatió entre los participantes es la necesidad de combatir uno de los males de la región. Los legisladores o congresistas suelen aprobar buenas leyes en el terreno ambiental, pero luego su aplicación es parcial o nula. Para revertir esa situación se necesita, en particular, más firmeza y compromiso en el desempeño de los tres poderes del estado. El cambio climático es ejemplo de la diferencia entre retórica y acción.

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Hernán Sorhuet Gelós

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