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Una visión de la izquierda

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Días pasados tuve la fortuna de encontrar y engullir en horas un reciente libro de Ugo Pipitone, economista de la Universidad de Roma, profesor del Centro de Investigaciones Económicas de Ciudad de México y residente desde hace varias décadas en esa ciudad, a quien, pese a sus varias publicaciones anteriores, confieso no conocía.

Días pasados tuve la fortuna de encontrar y engullir en horas un reciente libro de Ugo Pipitone, economista de la Universidad de Roma, profesor del Centro de Investigaciones Económicas de Ciudad de México y residente desde hace varias décadas en esa ciudad, a quien, pese a sus varias publicaciones anteriores, confieso no conocía.

Bajo el título de La esperanza y el Delirio, nos regala una obra que además de una historia de la izquierda latinoamericana, de las que no hay muchas, constituye una jugosa reflexión que elude los clichés para abrir un novedoso espacio de reflexión sobre ella. Con novedosa me refiero a que no constituye, como es común, ni una defensa nostálgica de una izquierda que ya fue, ni una crítica realizada desde la vereda de enfrente. Como si eso validara por sí solo las posiciones de una derecha sin conciencia.

El libro desarrolla un análisis del anarquismo y su toque romántico de comienzos del siglo XX, luego se detiene en el comunismo, mostrando que además de su escolástico dogmatismo constituyó una indefendible sujeción a los dictados de la Unión Soviética, “como faro de verdad universal”. Lo que ejemplifica con su accionar en Brasil, en el estalinismo mejicano, inexorablemente atado a la revolución de 1910, así como con sus tempranas desventuras en la Argentina de Rodolfo Ghioldi y Vittorio Codovilla, el Chile de Luis Corvalán, hasta su corresponsabilidad partidaria en la tragedia de Salvador Allende, así como su fracaso en Venezuela, El Salvador y otros. Para concluir diciendo que el comunismo terminó como empezó, “como arqueología viviente de regímenes que no quieren o no saben salir de un enredo de ficciones ligadas a mitos nacionalistas…”. Sin que su solitaria victoria en Cuba mejore en nada su puntaje.

Analiza luego el populismo, confusa expresión de una izquierda poco ideologizada y caudillesca, desde sus primeras manifestaciones latinoamericanas con personajes como Getulio Vargas en Brasil, Lázaro Cárdenas en México, y Juan Domingo Perón en Argentina, hasta su resurgimiento con Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa. En todos los casos expresión de reivindicaciones populares que por la propia naturaleza de estos regímenes, no pudieron (ni quisieron) encauzarse en los marcos de una democracia decente, es decir liberal. Y que como era esperable terminaron o terminarán en fracasos estrepitosos.

Dedica más de cien páginas a la guerrilla, la “aceleración frustrada” como la caracteriza, otra expresión de la izquierda que el tema del endiosamiento de la revolución había preparado desde los comienzos y que, como ahora sabemos y a su escala, finalizó en un desesperante holocausto continental. Concluye diciendo que a la izquierda local le restan tres caminos: la desgastada utopía clásica y sus variantes, el populismo o una actitud reformista. En esta última, que califica como expresión socialdemócrata, junto a los actuales gobiernos de Brasil y Chile posiciona al Frente Amplio uruguayo.

En suma, una excelente obra, con una mirada sobre nuestra izquierda que si en general puede aceptarse, en tanto la práctica frentista de los últimos gobiernos tiene naturaleza “reformista”, los sectores radicales o “utopistas” siguen reivindicando obsesivamente al socialismo.

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Hebert Gatto

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