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El Fondes

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En junio del año 2015, la Cámara de Diputados negó el pedido del representante blanco Rodrigo Goñi para designar una comisión encargada de investigar la gestión del Fondo para el Desarrollo (Fondes), un organismo creado por el gobierno de José Mujica, para otorgar préstamos estatales a empresas cooperativas o autogestionarias. Pasado un año de ese rechazo el mencionado diputado ha anunciado una denuncia penal contra sus gestores.

En junio del año 2015, la Cámara de Diputados negó el pedido del representante blanco Rodrigo Goñi para designar una comisión encargada de investigar la gestión del Fondo para el Desarrollo (Fondes), un organismo creado por el gobierno de José Mujica, para otorgar préstamos estatales a empresas cooperativas o autogestionarias. Pasado un año de ese rechazo el mencionado diputado ha anunciado una denuncia penal contra sus gestores.

Por su lado, Gustavo Bernini, actual administrador del Fondes a través de la Inacoop, declaró que se pasaron a pérdida sus préstamos de difícil cobro, los que ascienden a un 60 o 70% del total de su patrimonio (es decir que su actual pasivo suma entre 42 y 50 millones de dólares). Con el agravante que el 93% del mismo fue por asignaciones efectuadas a ocho empresas, en su mayoría de dudosa viabilidad. La más beneficiada de ellas, Alas U., está hoy en notorias dificultades. A su vez, por la ley 19.337 el actual gobierno modificó, en 2015, el Fondes creando un organismo específico para atender los nuevos proyectos de naturaleza cooperativa. Una medida insuficiente y tardía.

No cabe duda que la administración del Fondes supuso un manejo inadecuado de su patrimonio con ribetes penales. Tal como sucedió con Ancap y Alur, se incurrió en otro grave desorden, típico del segundo gobierno frentista. Los organismos estatales no pueden realizar préstamos a fondo perdido, excepto que se trate de donaciones, pero en tal caso la ley debe autorizarlas expresamente, aportando las razones para ello.

De otro modo estos seudo préstamos se transforman en actos amiguistas, reñidos con la igualdad y neutralidad previstas en la Constitución. Por más que al igual que lo ocurrido en el ente petrolero, el Fondes constituya una institución con finalidades ideológicas, apartada de toda lógica de mercado. Todo ello en el marco de una izquierda que se ufana de sus logros capitalistas pero a la vez sueña con destruirlos.

La primera de las temáticas relacionadas con el Fondes tiene que ver con la previsión social, con la preocupación por aquellos que al quebrar su empresa quedan inermes frente a las inclemencias económicas. Un riesgo que requiere de adecuados sistemas de seguros que distribuyan los perjuicios. No con socializar empresas quebradas.

La segunda temática tiene que ver con la inquietud que produce la pérdida de unidades productivas. Ello sin desconocer que no se restablecen por mero voluntarismo, ni siquiera estatal. En tanto, el tercer aspecto se relaciona con las eventuales bondades del cooperativismo en las relaciones laborales. Un asunto antiguo, de resultados limitados y difícil de compatibilizar con el actual capitalismo globalizado.

Confundir estos temas, mezclarlos en una aparatosa coctelera y generar un ente para solucionarlos produce los desastrosos resultados que afrontamos, que tampoco se superan con los paliativos de la ley 19.337. Menos todavía cuando en nuestro país se argumenta que organismos como el Fondes o similares cumplen otra función, la principal: son un camino al socialismo. Si, como sabemos, la revolución ya no es posible, entonces el Fondes surge para sustituirla y echar las bases de la comunidad autogestionaria. Lo grave es que estos fallidos experimentos los pagamos todos.

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Hebert Gatto

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