Apenas terminada la Guerra Grande, el nacionalista Norberto Larravide estableció el primer servicio regular de transporte colectivo entre la Unión y la Ciudad Vieja. Poco después, en 1865, varios empresarios van obteniendo concesiones para el servicio de tranvía de caballos, que en muy pocos años fue tendiendo rieles para conectar los diferentes barrios de Montevideo, incluyendo servicios que combinaban el tranvía con el ferrocarril, como sucedía en el caso de Colón. En 1906, apenas dos años de terminado el ciclo de las guerras civiles, se inaugura el primer servicio de tranvías eléctricos. Paradójicamente hoy ya no están pero el transporte colectivo circula a la misma velocidad que aquello lo hacían.

Apenas terminada la Guerra Grande, el nacionalista Norberto Larravide estableció el primer servicio regular de transporte colectivo entre la Unión y la Ciudad Vieja. Poco después, en 1865, varios empresarios van obteniendo concesiones para el servicio de tranvía de caballos, que en muy pocos años fue tendiendo rieles para conectar los diferentes barrios de Montevideo, incluyendo servicios que combinaban el tranvía con el ferrocarril, como sucedía en el caso de Colón. En 1906, apenas dos años de terminado el ciclo de las guerras civiles, se inaugura el primer servicio de tranvías eléctricos. Paradójicamente hoy ya no están pero el transporte colectivo circula a la misma velocidad que aquello lo hacían.

Traigo este tema a colación ante la circunstancia de que el gobierno de Montevideo viene solicitando un nuevo préstamo para ejecutar obras viales. No se puede menos que echar a menos la visión y celeridad con que actuaban las autoridades de aquel entonces al compararlas con las actuales.

La Intendencia está buscando que el BID continúe financiando obras a medio hacer o sin iniciar, como el corredor Gral. Flores y el ensanche de Bulevar Artigas. En el corredor Garzón y en la terminal Colón se invirtieron más de 100 millones de dólares con el resultado conocido.

Hace unos días las autoridades municipales reconocían por intermedio del Director de Movilidad Urbana que la concepción de los proyectos tenían errores y que los mismos no habían sido madurados lo suficiente. Se buscará ahora, según se promete, un Centro de Gestión de Movilidad, desde donde se quiere monitorear y agilitar el flujo de tránsito de parte de la Ciudad por medio de cámaras y coordinación de semáforos.

Seguramente después de las obras de saneamiento las inversiones en movilidad urbana son las más importantes que se encararon en las tres décadas, salvo la del intercambiador de Barradas. El Plan de Movilidad se ejecuta con endeudamiento internacional, lo que significa que los montevideanos deberán ir amortizando las obras.

Ha sido una constante el escaso porcentaje del presupuesto municipal que se destina a la inversión, pero en las últimas administraciones la inversión en mantenimiento y obras nuevas de infraestructura disminuyó, para aumentar el gasto destinado a pagar servicios personales a través de sueldos directos o de transferencias a terceros. No olvidemos que hoy la Intendencia está gastando por día más de un millón y medio de dólares.

Ante estas afirmaciones, no faltará quien diga que la responsabilidad es de blancos y colorados, permanentes cartones ligadores pero que no tienen intervención alguna en la gestión de Montevideo desde 1962 en el caso de los blancos, y desde 1990 en el de los colorados. Es el Frente Amplio con sus aciertos y errores el gobernante absoluto de Montevideo desde hace 24 años.

Lo cierto es que antes, en aquel Uruguay sacudido por fuertes conflictos políticos se soñaba y trabajaba por una ciudad que fuera modélica en América, apelándose para ello no solamente a los recursos privados y públicos, sino la contribución de especialistas nacionales y extranjeros, empapados de las concepciones urbanas y técnicas más modernas.

En 2015, habrá elecciones municipales y una oportunidad para cambiar. Montevideo lo precisa, urgente.