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Ética y política

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ANÍBAL DURÁN HONTOU

Acontecimientos y dichos de los últimos tiempos, me llevan a reflexionar sobre este tema. Recurrentemente he sostenido que alcanzaremos mejores niveles de vida cuando entendamos que el relacionamiento de la sociedad debe estar impregnado de reglas morales estrictas.

Deslindemos: ética es la reflexión sobre el fenómeno moral. Las reglas, las normas, el contenido de la acción humana, refieren a la moral. Referirnos a la ética y la política no debe ser un mero ejercicio de retórica; debe ser un presupuesto a todo intento de respuesta a las incertidumbres e inseguridades que nos acechan. Y vaya que hay incertidumbres e inseguridades… Porque no olvidemos además, que la política se confunde con el interés general. Un hombre político es un hombre que pertenece a todos, es un hombre que cumple un mandato. No sólo es responsable de lo que dice o hace; sus abstenciones o silencios le comprometen tanto como sus actos y palabras.

La política como "arte" del gobierno, es un elemento necesario del Estado. Sin política no puede haber vida social institucionalizada, ni es posible la convivencia civilizada bajo el Derecho. Su existencia, unida a la ética y a la idea de objetivos vinculados con el bien común, marca el comienzo de la reflexión sobre la ciudad, la República, el Estado. De allí que la política es una actividad indispensable, noble y elevada.

Sin duda ética y política están y deben estarlo, unidos en forma incontestable y la crisis de hoy en lo que refiere a los políticos y a la Política (en términos generales), es una crisis que deriva del alejamiento, del abandono de la regla moral, de la conducta moral y de la reflexión ética aplicable a la Política.

Los políticos que no están animados por el sentimiento del interés público y buscan en la política un refugio y hacen de ella un oficio cuando debería de ser un deber, tienen que ser radiados.

Siempre desde la democracia ateniense hasta nuestros días, el juicio hacia los políticos ha estado lindando la censura y se les imputa todo tipo de desventuras. En la actualidad se manifiesta con otra virulencia, por la difusión, la información generalizada y el fenómeno de las encuestas de opinión. Y desde ya que el juicio negativo en la mayoría de las veces en cuanto a la honestidad de los políticos, es injusto. Si algo sucede es el reflejo del estado de la sociedad en su conjunto, en un momento de decadencia moral y de relajamiento de los controles éticos y del valor de la conciencia de la propia dignidad.

Y esto no refiere solo a la actividad política, sino también en la actividad privada, profesionales, obreros, en la sociedad en general. La corrupción, fenómeno social generalizado, solo puede combatirse por medio de la revalorización ética y la lucha institucional y jurídico penal contra ella, pero sobre todo por la participación de todos los ciudadanos de una manera activa, en la política.

Esa ética que reclamamos, la actitud digna que debe primar en el ejercicio de la actividad política, es la que debe llevar a un Ministro a dar un paso al costado cuando sucedió la hecatombe de los enfermeros asesinos donde se dejó expresa constancia que los controles fallaron no siendo ningún atenuante tener el respaldo de su partido político, el tema no es partidario ni pasa por solidaridades mal entendidas. Por supuesto que no hubo mala fe de las autoridades pero hubo negligencia, hubo culpa y la "cabeza" de todo ese andamiaje debe dar el ejemplo de sensibilidad, de honestidad política, de pundonor. Atributos que sí tuvo el Inspector Guarteche al haber presentado renuncia, porque el Ministerio del Interior no conoció los hechos antes de que detuvieran a los dos sospechosos.

La jueza Mota incursionó en cuestiones políticas cuando le está vedado, ¿no pensó en dar un paso al costado?

El hombre político siempre está obligado a rendir cuentas y tiene al público por clientela… pero lamentablemente parece que no son tiempos donde las actitudes de respeto y sensibilidad, primen. También este tema tiene que ver con el ejercicio de la función dependiendo el lado del mostrador en que se encuentre el político gobernante.

¿Por qué hoy se hacen cosas como gobernantes que otrora no se hacían? ¿Cómo es posible que lo que se fustigaba en la oposición se aplica cuando se es gobierno? ¿Quién devuelve el tiempo miserablemente perdido? ¿No hay allí falta de ética en el ejercicio de la función?

Sería buena cosa comenzar a estar imbuidos de estos conceptos, vinculados a la ética y al decoro: enaltecen el espíritu, fortifican el alma, darían luz a una sociedad pacata necesitada de robustecer la menoscabada dignidad…

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