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El ADN frenteamplista

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Ocupándose de la crisis de la educación en esta página, Ahunchain escribió que los técnicos de todos los partidos pueden acordar medidas sin grandes dificultades, para así enfrentar reformas con un amplio respaldo político; y que la dirigencia sindical de la educación está tomada por ultra izquierdistas que no tendrían protagonismo alguno, si una amplia mayoría docente se involucrara gremialmente.

Ocupándose de la crisis de la educación en esta página, Ahunchain escribió que los técnicos de todos los partidos pueden acordar medidas sin grandes dificultades, para así enfrentar reformas con un amplio respaldo político; y que la dirigencia sindical de la educación está tomada por ultra izquierdistas que no tendrían protagonismo alguno, si una amplia mayoría docente se involucrara gremialmente.

Lo que no se encuentra fácilmente es la respuesta al por qué no pasa lo tan elemental y tan cierto, señalado por Ahunchain. Y es que la clave de esa explicación pasa por asumir las características del ADN antiliberal del Frente Amplio. Claro está, no es su única concepción política. Pero es la que ganó protagonismo con el tiempo y condiciona todo su ejercicio del poder.

Ese ADN impide a la izquierda creer en un verdadero acuerdo de fondo con los partidos de oposición sobre temas esenciales de gobierno, porque percibe la escena política desde la irremediable dicotomía amigo- enemigo. En ella hay un campo que construye la Historia y otro al que hay que enfrentarse siempre. Por eso el extendido desdén hacia todo lo que pueda provenir de “la derecha”, formada por partidos tradicionales e Independiente, incluido sus propuestas técnicas en educación; y por eso la convicción de una superioridad moral intrínseca del campo frenteamplista, popular y progresista.

En este esquema, la ultra izquierda podrá tener actitudes infantiles. Pero en última instancia, está del lado correcto y contra ella nunca se irá a fondo. Porque para este ADN, existe una Verdad en la Historia y es portada por la izquierda. Así las cosas, definido el campo de los amigos, toda denuncia de corrupción aquí, en la Argentina kirchnerista o en el Brasil de Lula, es una maniobra reaccionaria que debe relativizarse. Y toda crítica a la dictadura en Venezuela omite, por definición, que allí gobierna un protagonista del bloque progresista, y que por tanto nada podrá hacer que el Frente Amplio denuncie las violaciones a los derechos humanos que allí ocurren.

Alguno podrá decir que son resabios de la Guerra Fría. Pero la verdadera razón es anterior en el tiempo y es filosófica. Este ADN no cree en el principio liberal que admite que hay algo de razón en las distintas posiciones de la pluralidad de actores, y que es desde la razonabilidad y la negociación que se puede avanzar en mayorías amplias. No hay negociación que valga con el enemigo político. Podrá haber ademanes, declaraciones, expresiones de deseo, y a todo ello se podrá recurrir estratégicamente porque el consenso sigue siendo valorado por el sustrato liberal político del sentido común ciudadano del país.

Pero cuando las papas queman, la oposición no será más que una “pompita de jabón”. Si se hace necesario, la izquierda negará incluso que vivamos una crisis educativa, porque ella no es más que un invento de la prensa de la derecha, como también lo es la tiranía de los Castro, la impresentable gestión de Ancap o la corrupción en el Pit- Cnt, por supuesto.

Es cierto que hubo alguna vez un espíritu seregnista que fue distinto. Pero es tiempo de asumir que con los liderazgos de Vázquez, Astori y Mujica eso se terminó hace mucho tiempo.

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Francisco Faig

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