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La pobreza subjetiva

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Fanny Trylesinski
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La Corporación Latinobarómetro da a conocer anualmente desde 1995, un informe que contiene los resultados de encuestas realizadas a los habitantes de los países latinoamericanos donde se les inquiere sus opiniones respecto a un amplio abanico de temas que van desde lo político a lo económico.

Nos interesa analizar los datos correspondientes al "ingreso subjetivo" que intenta medir cuánto le alcanza el ingreso a un grupo familiar en un mes. Se trata de una variable subjetiva en el sentido de que se basa en la percepción de las personas. Hay cuatro alternativas: dos positivas, y dos negativas. Las dos positivas implican ya sea que una familia puede ahorrar o llegar justo a fin de mes y las dos negativas en que no les alcanza y tienen dificultades o tienen grandes dificultades.

Este indicador es sensible a la evolución del PIB. Cuando la economía crece el porcentaje de hogares que declaran que su ingreso les alcanza e incluso pueden ahorrar aumenta y aquellos a los que no les alcanza disminuye. En períodos de recesión sucede lo contrario.

Los últimos datos conocidos para Uruguay son del año 2017 y muestran que el 63% de los hogares declaraban que el ingreso les alcanzaba y el 37% que el mismo no era suficiente.

Como decíamos al principio, dentro de aquellos que declaran que no les alcanza el ingreso, hay dos grupos de hogares. Aquellos que declaran tener "dificultades" y los que declaran tener "grandes dificultades". Creemos que es posible clasificar a estos últimos como hogares "pobres".

Si esto fuera correcto, en las estimaciones de pobreza que realiza el INE estos hogares estarían incluidos en ese grupo.

Los datos publicados por Latinobarómetro para los años 2015 y 2016, muestran que los hogares que declaraban que tenían grandes dificultades eran el 7% y el 9% respectivamente. En cambio, para el INE los hogares pobres en esos años eran 6,4% y 6,2%. O sea que los hogares pobres para el INE son menos que los que declaraban que su ingreso no les alcanzaba y tenían grandes dificultades.

Sin lugar a dudas se trata de un resultado curioso ya que si se revisan los resultados a partir del año 2006 se aprecia que siempre los porcentajes de hogares pobres estimados por el INE fueron superiores a los que surgían del ingreso subjetivo. Probablemente ello se deba a que una parte de aquellos que declaran que el ingreso no les alcanza y tienen dificultades pero no "grandes" dificultades, también son parte de los hogares considerados como pobres por el INE.

¿Qué puede haber sucedido entonces para una reversión de este resultado? Será que como hemos sostenido desde esta columna, los ingresos imputados que considera el INE están induciendo a subestimar los niveles de pobreza?

La pregunta está abierta, pero este indicador se suma a otros referidos a la pobreza estructural y a la insatisfacción de necesidades alimentarias que ponen un manto de duda sobre la metodología de medición de la pobreza e indigencia por el método del ingreso en general, y sobre algunos de los criterios utilizados por el INE en particular.

Todo parece indicar que no nos debemos conformar con un solo conjunto de indicadores y mantener una perspectiva más amplia si no queremos confundir la realidad con los indicadores que pretenden medirla.

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