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El ciclo discursivo del Frente Amplio

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Luego de conocer los datos sobre el desempeño de la economía uruguaya durante el año 2015, no quedan dudas sobre la finalización de un ciclo expansivo extraordinario, tanto por su magnitud como por su duración y que coincidió con los primeros gobiernos del FA.

Luego de conocer los datos sobre el desempeño de la economía uruguaya durante el año 2015, no quedan dudas sobre la finalización de un ciclo expansivo extraordinario, tanto por su magnitud como por su duración y que coincidió con los primeros gobiernos del FA.

Resulta llamativo advertir como el tono del discurso oficial se fue adaptando a la fase del ciclo económico que se iba transitando.

En su inicio, allá por 2005, la economía uruguaya ya estaba creciendo pero puede decirse que estaba en proceso de recuperación luego de la aguda crisis de 2002. A su vez la izquierda debutaba en el gobierno nacional. El primer año el discurso hizo hincapié en la pesada herencia recibida, a pesar de que ya el Uruguay había dejado lo peor de la crisis. Había sí que enfrentar las secuelas sociales y terminar de reestructurar la deuda pública con los organismos internacionales. Fue un período de conducta económica cuidadosa y discursos mayoritariamente esperanzadores y con tono refundacional. En la medida que la economía comenzaba a crecer en forma muy importante y el gobierno se fue consolidando empezó a aparecer una línea de discurso que buscaba apropiarse de los resultados económicos como si hubiesen sido fruto de su maravillosa gestión. En esos años nos enteramos de que el Uruguay de la mano del progresismo había abolido los ciclos económicos, que los cambios estructurales impulsados habían elevado la tasa de crecimiento de largo plazo en un punto porcentual y que llegar a ser un país desarrollado estaba al alcance de la mano (siempre que el FA siguiera gobernando, por supuesto).

La crisis internacional de 2008-2009 generó cierta zozobra gubernamental pero fue tan breve en sus impactos sobre nuestro país, que sirvió para reafirmar que el barco estaba en manos de un equipo de expertos navegantes. Por fortuna para todos, la economía mundial y en especial la que impulsaba la demanda por alimentos y recursos naturales retomó el crecimiento y se vivieron varios años de expansión económica y de soberbia de nuestros gobernantes.

En 2011 tuvimos la primera señal amarilla con la baja de precio de los commodities que dejó sin crecimiento a Argentina y desaceleró sustancialmente la expansión de Brasil, sin embargo el resto de los países siguió creciendo a buen ritmo. Según los voceros oficialistas escapábamos finalmente de tasas de crecimiento que promediaban las de nuestros vecinos. Uruguay se “desacoplaba”.

Las malas noticias empezaron en el 2014 pero claro, era año electoral y los que hablaban de que empezaban los problemas eran quienes querían minar la confianza del gobierno, agoreros del desastre. Lo mejor era entrar en fase de negación de la realidad. La economía uruguaya seguía creciendo y el descalabro fiscal era “manejable”.

Después de las elecciones el discurso cambió. Resultó que al comenzar el nuevo período la situación externa había empeorado. En realidad el deterioro había empezado un año antes. Los números que empezaban a fluir sobre la economía uruguaya no eran halagüeños pero sorprendentemente, la gestión seguía siendo impecable. El problema nos venía de afuera, los precios internacionales, las trabas argentinas, la recesión en Brasil y ahora para colmo el clima.

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Fanny Trylesinski

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