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La Iglesia en movimiento

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Diego Fischer
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El domingo pasado en la rambla del Buceo los católicos tuvieron una gran fiesta. Más de quince mil personas se congregaron para recibir las reliquias de los santos Patronos de Montevideo Felipe y Santiago llegadas de Roma. Rezaron el Rosario y participaron de una misa concelebrada por el cardenal Daniel Sturla y varios obispos y unos 150 sacerdotes. Se mostró la imagen de la Virgen María que los ediles del oficialismo prohibieron instalar en la rambla y se difundió un mensaje del Papa.

Desde que asumió el cardenal Sturla como arzobispo de Montevideo, ha puesto a los católicos en movimiento ¡Enhorabuena! Ha logrado demostrar que los cristianos somos muchos más de los que mucha gente pensaba y que los valores de la Iglesia de Roma también están en el ADN de la sociedad uruguaya. Luego de años de ausencia en el debate de los temas fundamentales del país, quizá por falta de liderazgo o por resignación, la Iglesia uruguaya muestra un rostro renovado.

"Nosotros salimos para servir, para evangelizar, para llevar esperanza y alegría. (...) Y esto ustedes, los uruguayos, lo van a hacer bien", dijo el papa Francisco en su mensaje del domingo. Conocedor de los uruguayos, agregó: "Son un pueblo que ama la libertad y, sobre todo, que busca la justicia y la igualdad de oportunidades". La fiesta del domingo se celebró el mismo día en que se cumplía el 166 aniversario del fin de la Guerra Grande, según recordó Sturla. "La paz que allí se logró luego de once años de enfrentamientos entre blancos y colorados, proclamó que no había ni vencidos ni vencedores".

También se realizó en el año en que se cumple el centenario de la muerte de José Enrique Rodó. El notable escritor uruguayo que —casi en solitario— siendo legislador colorado, combatió con su pluma el retiro de los crucifijos e imágenes cristianas de los hospitales escuelas y hogares públicos, y la expulsión de las monjas que ejercían la caridad, atendiendo a los enfermos y a los más necesitados. Sucedió durante la Presidencia de Claudio Williman pero su mentor fue José Batlle y Ordóñez. Aquella persecución y ostentación de intolerancia quedó registrada en una serie de artículos periodísticos, compilados luego en el libro "Liberalismo y jacobinismo". Eso es historia, podrá pensarse. Afortunadamente sí, pero de tanto en tanto esas posturas irracionales resurgen como espasmos, en el Uruguay de hoy.

¿De qué otra manera se puede calificar sino a la decisión de la Junta Departamental del mes de mayo que no autorizó la colocación de la imagen de la Virgen María? El proyecto había sido enviado meses antes con opinión favorable del intendente Daniel Martínez, pero no logró el respaldo de la bancada del Frente Amplio.

Tal vez la posición de estos ediles esté basada en el desconocimiento de nuestra propia historia o responda a dogmas fenecidos y demagogia barata.

El domingo, además de una multitudinaria fiesta para la grey católica, fue una demostración elocuente de cuál es la apuesta de la Iglesia uruguaya. En palabras del papa Francisco, la Iglesia de un país "con gente de cercanías" donde "en seguida resuelven las distancias, (porque) lo llevan en el corazón". ¿Habrán entendido los circunstanciales inquilinos de la Junta Departamental, que prohibir a los católicos tener una imagen de la Virgen María atenta contra ese pueblo de cercanías, que ama la libertad y busca la justicia?

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