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¿Qué fábula armarán ahora?

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La historia en el Uruguay ha sido escrita -casi siempre- de forma parcial u omitiendo deliberadamente hechos, personajes y circunstancias. Es una característica de nuestro país, aunque no creo que se dé solamente aquí. Este fenómeno alcanzó extremos sin precedentes en la última década.

Supongo que muchos lectores habrán vivido situaciones parecidas a la que me sucedió a mí tiempo atrás, cuando uno de mis sobrinos me dijo que el Presidente José Mujica había peleado contra la dictadura y en defensa de la democracia. Confieso que respiré hondo, lo escuché y luego le pregunté: ¿De dónde sacaste esa historia? "De la clase de Historia", me respondió. Mi sobrino tenía entonces 12 años y estaba en primero de Liceo. Durante una hora le expliqué con términos comprensibles para un niño que entraba a la adolescencia el oscuro y dramático período vivido en el Uruguay desde mediados de la década de 1960 hasta 1985. Lo más preocupante fue que no encontré -y sigo sin encontrar- un texto

La historia en el Uruguay ha sido escrita -casi siempre- de forma parcial u omitiendo deliberadamente hechos, personajes y circunstancias. Es una característica de nuestro país, aunque no creo que se dé solamente aquí. Este fenómeno alcanzó extremos sin precedentes en la última década.

Supongo que muchos lectores habrán vivido situaciones parecidas a la que me sucedió a mí tiempo atrás, cuando uno de mis sobrinos me dijo que el Presidente José Mujica había peleado contra la dictadura y en defensa de la democracia. Confieso que respiré hondo, lo escuché y luego le pregunté: ¿De dónde sacaste esa historia? "De la clase de Historia", me respondió. Mi sobrino tenía entonces 12 años y estaba en primero de Liceo. Durante una hora le expliqué con términos comprensibles para un niño que entraba a la adolescencia el oscuro y dramático período vivido en el Uruguay desde mediados de la década de 1960 hasta 1985. Lo más preocupante fue que no encontré -y sigo sin encontrar- un texto accesible para un adolescente que aborde dicho período con imparcialidad. Pocas semanas después el mismo disparate que mi sobrino me había dicho, fue escrito por el conocido periodista argentino Mariano Grondona en un editorial del diario La Nación.

El viernes último, al enterarme por El País que la Cárcel del Pueblo podría ser abierta e incorporada al circuito turístico de la ciudad, me acordé de mi sobrino y de Grondona. Todo indica que el Ministerio de Defensa pasará a la órbita de la Intendencia de Montevideo la vieja casa de Juan Paullier y Guaná, en la que vivieron en condiciones infrahumanas el exembajador de Gran Bretaña, Geoffrey Jackson, el ganadero Carlos Frick Davies y el expresidente de UTE, Ulises Pereyra Reverbel, entre tantos otros. Todos ellos secuestrados por los Tupamaros en momentos que -pese a las acciones terroristas llevadas a cabo por el MLN- en el Uruguay regía la Constitución y su gobierno había surgido de las urnas.

La historia se puede contar de muchas maneras, pero es una sola. Yo en aquellos años tenía la edad de mi sobrino y recuerdo esa época, (la de la Cárcel del Pueblo y la que le siguió) como un tiempo de mucho miedo y tristeza. También me acuerdo de la ilusión y el entusiasmo que se apoderó de la mayoría de los jóvenes uruguayos, cuando la apertura democrática se insinuó en el plebiscito de 1980 y se hizo irreversible luego de las elecciones internas de los partidos políticos históricos, en 1982.

¿Qué hacer para que ese lugar que albergó tanta infamia, no sea una nueva herramienta para mal contar y de manera alevosamente distorsionada la historia reciente? No me preocupan los turistas que, seguramente, bajarán de los cruceros e irán en masa a visitar la casa en la que se violó la dignidad y los derechos básicos de muchas personas.

El mundo hoy venera al Presidente Mujica porque hace alarde de su vida austera y su desaliño y le festeja sus frecuentes exabruptos, mientras a muchos uruguayos nos genera vergüenza. Sí, nos debe preocupar cómo se transmitirá la historia de ese lugar a las nuevas generaciones. A todos aquellos que -por una razón cronológica- no vivieron los años de explosiones, robos y secuestros. Aquel tiempo de tanta violencia injustificada que trajo luego un largo período de silencio, opresión y falta de libertad, que la gran mayoría de los uruguayos padecimos.

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Diego Fischer

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