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Hora de actuar

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HERNÁN SORHUET GELÓS

Durante la histórica Cumbre de RIO`92, entre los numerosos y trascendentes temas, sobresalieron tres: la pobreza creciente, el cambio climático y el crecimiento de la población mundial. Se hizo evidente que era una contradicción hablar de "desarrollo sostenible" si la humanidad no hallaba soluciones a estos mega problemas.

Han pasado tres lustros y aquellas advertencias no sólo se confirmaron, sino que se agravaron. Una de las razones de su enorme complejidad es que son asuntos íntimamente relacionados.

Se comporta como un círculo vicioso porque la población mundial crece a un ritmo alarmante (nos encaminamos a ser 7 mil millones de seres humanos), mientras que los recursos naturales son limitados -y están muy mal distribuidos y utilizados-, y los servicios insuficientes. El resultado es: aumento de la pobreza, marginación y mayores asimetrías sociales.

Como era de esperar, el impacto de esta realidad sobre los ecosistemas es elevado. El más amenazante es, sin duda, el calentamiento global que experimenta la atmósfera, causado por las emisiones de gases de efecto invernadero que realiza la población mundial.

Estos cambios en el clima anuncian un fuerte impacto sobre las poblaciones más pobres del globo, debido a que se producirán mayores inundaciones, sequías, huracanes, etc.

Como si esto fuera poco, paralelamente al crecimiento demográfico se registra una marcada migración de las personas del medio rural a las ciudades. ¿Por qué lo hacen? Lo hacen buscando oportunidades de trabajo, acceso a servicios básicos (salud, educación, etc.), y mayor seguridad.

Los hechos demuestran que para las mayorías estos sueños no se cumplen. Sí aumentan los cinturones de pobreza de las ciudades, la tensión social y, desde luego, la violencia.

¿Cómo enfrentar este enorme desafío? Algo está bien claro, si no nos anticipamos a lo que se vendrá, debemos esperar situaciones terribles, pues los problemas actuales se potenciarán, y surgirán otros.

Hay que estabilizar la población mundial. Al igual que una comunidad que vive en una pequeña isla, la humanidad debe tomar conciencia que vive en un único planeta -del cual no puede emigrar- y actuar en consecuencia.

En cuanto al acelerado crecimiento de las ciudades, es evidente que no hay planificación que las prepare para recibir cada día más gente. También aquí el éxito depende de adelantarse "urbanísticamente" a los hechos.

Para enfrentar el futuro necesitamos a una población mundial educada e informada. Este olvidado objetivo debe ser una prioridad, pues es la gente la única que puede transformar la realidad en los niveles que estamos planteando.

Desde el punto de vista ambiental los obstáculos a superar también son enormes. A la conservación de la diversidad biológica le agregamos lo que ya tenemos encima con el cambio climático. Sabemos que es inevitable. Depende de nosotros el nivel de gravedad que pueda alcanzar el problema, así como la mitigación y adaptación que logremos como comunidad. Tenemos la capacidad de ganar tiempo, viendo lo que vendrá, a través de la proyección de los escenarios futuros. También de preparar a los sectores más vulnerables.

Podemos mitigar los daños y efectos negativos provocados por el calentamiento global, así como prepararnos para enfrentar los problemas de la mejor manera posible. ¿Aprovecharemos esta oportunidad, o pagaremos el precio más alto?

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