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Ampliando el espectro

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Casilda Echevarría
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Emergen dentro del Partido Nacional, fiel a lo que ha sido siempre la historia de hombres libres que lo integran, diversos precandidatos a la Presidencia de la República.  

Celebro dicho hecho y deseo que no haya acuerdos previos a las internas para que sea la gente, los votantes, quienes resuelvan el peso político de cada candidato y no se resuelva esto en los oscuros escritorios de viejos políticos.

El lanzamiento de la precandidatura del diputado Carlos Iafigliola ha dado que hablar en estos últimos días por poner sobre la mesa temas que habían quedado laudados en el marco de lo que fue políticamente correcto en un contexto dado.

No es momento de juzgar sus propuestas ya que lo interesante es que las mismas sean sometidas a la opinión pública y sea ésta la que le dé la fuerza dentro del Partido. Muchos son los asuntos que se han ido votando en el parlamento, de distinta índole, sin mayores discusiones, sea porque se ha dado poca información a la opinión pública o porque no se ha alentado la discusión apropiada debido a la mayoría que gobierna el parlamento actualmente.

A Iafigliola se lo ha tachado de retrógrado; se podrá estar o no de acuerdo con algunas de sus propuestas pero querer proteger la vida de un inocente en el seno materno es, justamente, de avanzada, en línea con la protección universal de los derechos humanos, del mismo modo que se desea proteger a la mujer de la violencia de su pareja en el seno de la familia.

De todos modos, se lo califique como se lo califique, el hecho de enfrentar lo políticamente correcto es bueno, provee a la población de un punto de vista distinto con la posibilidad de elegir en un espectro más amplio y da al Partido Nacional un polo de atracción de votos distinto a los existentes.

La reforma constitucional de 1997 no ha hecho bien a la fidelidad de las personas respecto de los Partidos. Las candidaturas únicas hacen que una vez resuelto quién será el candidato, aquellos votantes que no desean que esa persona ocupe la primera magistratura, quizás ya no voten ese partido.

En el sistema anterior, la adhesión al partido a través de un candidato era total y se sabía que los grupos que no fueran mayoritarios, tendrían de todos modos poder de negociación dentro del partido, cosa que ocurría habitualmente en los partidos tradicionales en los que no hay costumbre de votar por "disciplina partidaria", costumbre esta última, que por cierto es totalmente contraria a un sistema democrático partidario.

La candidatura única o el balotaje no son instrumentos que generen un vínculo entre el candidato y aquel votante que elige "porque no tiene otro remedio", buscando el mal menor y eso disminuye el apego a los partidos, cosa que ha ocurrido en los últimos tiempos.

Con el sistema anterior sin elecciones internas obligatorias pero habilitando el voto por un lema en lo nacional y por otro en lo departamental, no se precisaría separar las elecciones en el tiempo, con ello se bajaría el costo para los partidos y habría más tiempo para gobernar. Para esto es imprescindible que los partidos con fundamentos, historia y tradición comunes, tengan candidatos con matices y puntos de vista distintos que aúnen los simpatizantes y que habiliten una negociación interna positiva, fortaleciendo el apego a los partidos políticos y evitando el desinterés que muestran las encuestas en gran parte de la ciudadanía.

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